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General José María Córdoba: ¡ Paso de vencedores !

ARTÍCULO
General José María Córdoba

JOSÉ MARÍA CÓRDOBA

¡ Paso de vencedores !

Por Nabonazar Cogollo Ayala

Este bravo oficial debe servir donde sea más urgente y sea más importante...
donde haya más enemigos o haya más que hacer
Bolívar
(Carta a Santander. Trujillo 1821)

Un infortunado 17 de octubre del año 1829 murió en el sitio de la hacienda El Santuario, Antioquia, el General de División José María Córdova y Muñoz, héroe de la independencia y figura fundamental en la Batalla de Ayacucho (9 diciembre de 1825), que le diera la libertad al Perú. El valeroso militar antioqueño contaba entonces treinta años. Se había alzado en rebelión armada contra El Libertador y luego de ser derrotado por el Ejército de la Gran Colombia, se rindió y pidió la clemencia de Bolívar. Pero el comandante de las tropas, el irlandés Daniel Florencio O'leary, dio la orden apresurada de asesinarlo, lo que se cumplió para dolor de la posteridad.

Al cumplirse 175 años de aquel luctuoso suceso esta tierra que lleva orgullosa su nombre evoca una vez más su figura, sus ideales de lucha y sus fallidas banderas, como una forma de homenajear al prócer bajo cuyo nombre se cristalizaron nuestros sueños de vindicación regional en 1952, cuando el que entonces fuera el más joven de los departamentos colombianos, asumiera el nombre del más joven de los héroes de nuestra historia.

El genio militar de Córdova brilló como nunca en la Batalla de Ayacucho. Contaba 26 años y alcanzó el grado de General de División,-el máximo al que podía aspirar-, grado que reemplazó el de General de Brigada (obtenido el 3 de enero de 1823).

LOS CÓRDOBA EN CONCEPCIÓN

General José María Córdoba

Corría el año 1700 y un joven andaluz -de escasos 21 años- oriundo de la airosa Sevilla en el sur de la península Ibérica, determinó embarcarse hacia el Virreinato de la Nueva Granada, en momentos en que la dinastía austríaca de los Habsburgo cedía paso a la francesa de los Borbones en el gobierno de España. Ese muchacho era Don Andrés Laureano Fernández de Córdoba, el primero de este apellido en territorio neogranadino. Establecido en Antioquia se casó con Petronila Tobón Sarza y Mesa, tuvo como hijo a Don Maximiliano Fernández de Córdoba (1702), quien se casó en 1750 con Doña Bárbara Mesa, de cuya unión nacería en 1762, en la minera región de Rionegro, Don Crisanto Miguel Córdova y Meza, -quien simplificó el apellido y lo redujo al topónimo Córdova, el cual escribía con la grafía que posteriormente heredarían sus hijos, variando b por v. Don Crisanto sería el futuro padre del héroe.

Fue así como en el hogar de Don Miguel Crisanto -quien se había dedicado al comercio- y Doña Pascuala Muñoz y Castrillón vendría al mundo, en la pequeña ciudad antioqueña de Concepción, José María Córdova y Muñoz, el día 8 de septiembre de 1799. Ocupaba el segundo lugar entre cinco hermanos, que en principio fueran siete. El orden de nacimiento de los Córdova Muñoz fue el siguiente: Gertrudis, -quien murió de niña-, Venancia, José María (1799), Salvador (1801), Vicente Ramón (1803), María Mercedes (1808) y Mariana. Los dos últimos nacieron en San Vicente (Antioquia), lugar donde la familia había fijado su residencia desde 1802.

LOS PRIMEROS AÑOS Y LA EDUCACIÓN DEJOSÉ MARÍA

¿Cómo fue la educación de José María en su niñez? No es mucho lo que se sabe de los primeros años de la vida del futuro prócer, amén de una que otra anécdota referida por los historiadores. Dice el sacerdote Damián Ramírez Gómez, miembro de número de la Academia Antioqueña de Historia, en su libro "Síntesis Cordovesa", lo siguiente:

"Córdova recibió una cultura rudimentaria en los primeros años de su vida, en su ciudad natal." (Op. Cit. Pág. 28). La historiadora Pilar Moreno de Ángel - la más autorizada biógrafa del héroe- puntualiza acerca de los primeros años de Córdova lo siguiente: "Crisanto de Córdova pensó que sus hijos eran demasiado libres y salvajes. Creyó, además, que necesitaban instrucción así fuera la básica. Para entonces el bogotano Manuel Bravo Daza desempeñaba el cargo de maestro de las primeras letras de la ciudad de Arma de Rionegro, con un sueldo de 33 castellanos. Allí fueron matriculados José María y su hermano Salvador Córdova.

El maestro tenía 42 años. Era un hombre distinguido y culto que posteriormente fue miembro de la representación provincial (...). Este profesor enseñó a los niños Córdova. Aparte de instruirlos en la cartilla, los ejercitó mediante largas planas en la escritura y gracias a él José María adquirió una letra pareja y firme. Les infundió el amor por los libros y la cultura". (Moreno de Ángel, Pilar. Pág. 25).

Pero en 1809 la familia se mudaría definitivamente a Rionegro -centro urbano y minero de primer orden- para asegurar un mejor nivel educativo a sus hijos. Esta agraciada y pujante ciudad de corte español sedujo al joven José María -quien contaba escasos 10 años-, por lo que la identificó desde entonces como su patria chica.

BONAPARTE Y LA INDEPENDENCIA NEOGRANADINA

General José María Córdoba

En el orden internacional sucedía lo siguiente: en el año 1807 el astuto emperador francés Napoleón Bonaparte (1769-1821), aprovechando la debilidad e inestabilidad de la Corona española se apoderó de ella.

En esos momentos reinaba Fernando VII de la Casa de Borbón (1784-1833), quien había accedido a la Corona luego de haber presionado a su padre Carlos IV (1748-1819) para que abdicara a su favor. Bonaparte encarceló a Fernando en el castillo de Valencey y coronó como nuevo rey de España a su hermano José Bonaparte (1768-1844), a quien los españoles apodaron "Pepe Botella" por su afición a la bebida.

Corría el año 1808. Ese fue el inicio de la Guerra de Liberación Nacional Española. José asumió como nuevo rey y en 1812 promulgó -por vez primera en la historia de la nación ibérica- una constitución en la ciudad de Cádiz, dentro de su línea de monarca ilustrado o imbuido de ideas liberales. ¿En qué afectaban estos sucesos al Virreinato de la Nueva Granada y al resto de colonias hispanoamericanas? Debido a lo lento de las comunicaciones por entonces, la noticia sólo se vino a saber en las colonias casi dos años más tarde.

Los patriotas españoles anti-bonapartistas conformaron un Gobierno Rebelde: La Junta Central de Sevilla. Este organismo envió representantes a América en busca de apoyo en contra de Bonaparte para liberar a Fernando VII. Ellos fueron el comisario regio Antonio Villavicencio (1775-1816) -quien llegó a la Nueva Granada- y Carlos Ramírez Montúfar -quien llegaría a Quito-. Una vez en Santa Fe de Bogotá (1810), Villavicencio concedió plenos poderes a los criollos locales para conformar una Junta de Gobierno que apoyara al rey prisionero y se manifestara en contra del odioso invasor francés.

El virrey neogranadino Antonio Amar y Barbón (quien gobernó desde 1803 hasta 1810) no autorizó la creación de tal organismo y se mostró reacio a las iniciativas de los criollos, quienes veían llegado el momento de participar de una vez por todas en el gobierno de la colonia.

¿Por qué se dio la oposición del Virrey? Este manifestaba que el Consejo de Indias -a quien él debía obediencia en nombre del rey- nada le había notificado sobre el particular. Obviamente no estaba al tanto de la grave situación de guerra en España y se resistía a creer lo que Villavicencio notificaba, entre otras cosas, porque éste era criollo y no español. La terquedad del Virrey llevó a los patriotas santafereños a urdir una treta para asustarlo y lograr que aprobara la creación de la Junta de Gobierno de Santa Fe.

Se designó a Francisco y Antonio Morales -padre e hijo-, para que en el momento en que la Plaza Mayor estuviese más atestada de gente el día de mercado, fueran a la tienda esquinera del español José González Llorente y lo provocaran para empezar la revolución. Formada la pelea, convertida rápidamente en revolución, el virrey se asustó y autorizó la creación de la nueva Junta de Gobierno, cuya acta fue firmada al amanecer del día 21 de julio, con Antonio Amar y Borbón como su presidente y los patriotas como signatarios. En ella se proclamaba adhesión a Fernando VII y rechazo a la invasión napoleónica y al gobierno de José Bonaparte. Estos fueron los hechos del 20 de julio de 1810.

LA TRANQUILA RIONEGRO SE CONVULSIONA

Estas preocupantes noticias recorrieron -para el caso de la Nueva Granada- todas las provincias del Virreinato. A la tranquila y señorial Rionegro llegarían para alarma de las clases acaudaladas y de los nobles del gobierno local, entre quienes estaba Don Crisanto Córdova y Meza, quien había sido nombrado Juez de Votos del Cabildo Municipal.

Gobernaba la provincia de Antioquia Don Francisco de Ayala, quien en una proclama pública leída en pueblos y ciudades declaró lealtad hacia Fernando VII y enconado odio hacia los dominadores franceses. E inmediatamente convocó a una Junta Patriota para examinar la gravedad de la situación. ¿Cuántos años tenía entonces José María? Acababa de cumplir 11, pero se interesaba vivamente por las noticias del hervidero de poder y buscaba quien le explicara aquel complejo entramado geopolítico que él entendía sólo por pedazos.

Todo aquello lo oyó decir de labios del español Pedro Sáenz, quien lo refirió a su padre Don Crisanto. Llegó a Rionegro la noticia del desconocimiento del Gobierno de España (1813). ¿Cómo se habría de manejar aquella naciente e inesperada libertad?

El Cabildo Municipal proclamó la Independencia Absoluta de España, en Acta del 7 de febrero del citado año 1813. El militar momposino Juan del Corral, nombrado Dictador de Antioquia -con poderes omnímodos- siguió este osado ejemplo, que ya desde 1811 Cartagena y Mompox habían iniciado y proclamó la independencia absoluta de Antioquia, en Acta del 11 de agosto del mismo año. Antioquia inició así vida de Estado independiente sin siquiera entrever las consecuencias que ello traería.

INGRESO A LA ACADEMIA MILITAR Y ASCENSO

Transcurrieron los sucesos, luchas y enfrentamientos de la primera república (1810-1816) -(que en la escuela primaria nos enseñaron que se llamaba "Patria Boba")-. El sabio Francisco José de Caldas fundó en octubre de 1814 el "Curso Militar del Cuerpo de Ingenieros de la República de Antioquia" que habría de formar los oficiales del ejército del gobernante antioqueño Dionisio Sánchez de Tejada. José María se enroló al mando de Caldas y del militar francés Emmanuel Roérgas de Serviez. ¿Cuántos años contaba entonces el joven recluta? Catorce en el mes de junio, que serían quince desde octubre.

Su proceso de instrucción militar casi interrumpió sus actividades de niño y pre-adolescente. El 12 de abril de ese año inició su larga carrera militar con el más humilde de los grados: cadete de ingenieros. Cuando contaba 15 años tuvo su bautizo de fuego en el combate del Palo, donde por error se le creyó muerto. La pobre Doña Pascuala por poco se muere del susto.

CORONEL PEPILLO

Estando en Marinilla (Antioquia) se dio el célebre episodio con Simona Duque, la humilde viuda que pidió audiencia para hablar con "mi Coronel Pepillo" -como cariñosamente se le decía a Córdova-, ¿Qué quería aquella buena mujer? Sacando pecho le habló Simona así:

"-Coronel Pepillo, sé que usted está haciendo reclutas para formar un ejército y sacar corriendo a los españoles. Yo no tengo nada que ofrecerle sino mis hijos. Aquí están para que les dé un fusil a cada uno. Y si no se portan bien me avisa, pues yo sí los pongo a raya. Aunque no creo porque de todo tendrán menos de flojos. ¡Échelos al combate Coronel Pepillo!".

A Córdova, militar recio, se le aguaron los ojos y aunque quiso convencerla de dar sólo los tres mayores -de los siete que le ofrecía- no hubo poder humano que convenciera a la inflexible Simona. Los hermanos Alzate Duque murieron en diversos combates a excepción de Antonio María quien acompañó a su madre en la vejez luego de quedar inválido y de Andrés (veterano de Ayacucho quien murió en la miseria). Simona rechazó -no obstante- la pensión mensual de 16 pesos que el Vicepresidente Santander le ofrecía. "Esa plata le hace falta a la república", le dijo en una carta fechada en Marinilla el 20 de febrero de 1820. Simona Duque Viuda de Álzate fue declarada heroína de Colombia.

(Cfr. FORERO E. Paulo. Las heroínas olvidadas de la Independencia. 1971. Pág. 143).

José María Córdova, héroe de Ayacucho

El genio militar de Córdova brilló como nunca en la Batalla de Ayacucho. Contaba 26 años y alcanzó el grado de General de División, -el máximo al que podía aspirar-, grado que reemplazó el de General de Brigada (obtenido el 3 de enero de 1823). Desde dicho año Bolívar, -enfermo como estaba- había iniciado la Campaña Libertadora del Perú y Bolivia (ésta última se denominaba Alto Perú y estaba entonces unida al gobierno de Lima). El 9 de diciembre de 1825 se enfrentaron el Ejército del Virrey del Perú con las Tropas Republicanas comandadas por Antonio José de Sucre (1795-1830), apoyado por Córdova. A las 10:30 de la mañana empezaron las hostilidades.

Los realistas contaban con 6.000 efectivos, frente a los 4.000 patriotas. Aquellos estaban bien pertrechados, con 14 cañones de artillería frente a uno sólo de los patriotas. Pero los movimientos de los españoles en aquella llanura desconocida para ellos, unido a la pésima puntería de los artilleros, empezaron a inclinar la balanza a favor de los republicanos.

Una vez llegado el momento preciso Córdova atacó las alas del enemigo inflamado de ardor, arengando con voz de trueno al batallón Pichincha con la orden militar: ¡Contra infantería disciplinada no vale caballería! Al tiempo que con su sable señalaba a los españoles. La orden terminante del General electrizó a los soldados quienes atacaron como un solo hombre a los españoles a caballo. Estos rodaron por el suelo, se desvencijó la línea de caballería del Virrey y cundió el pánico entre los realistas, muchos de los cuales cayeron en un zanjón.

Satisfecho Córdova de aquella contundente arremetida, reorganizó la infantería y asestó un definitivo golpe con una nueva arenga que al parecer improvisó en aquel momento: ¡Armas a discreción!...¡de frente!...¡Paso de vencedores! Cayeron los neogranadinos sobre los asustados españoles quienes no sabían hacia dónde escapar. Córdova con sus hombres era imparable, su avance resultó arrollador y fragmentó en varios pedazos el desordenado Ejército Virreinal....¡Aquella victoria ya no se la quitaba nadie!

El General ecuatoriano José La Mar, boquiabierto ante la valentía del antioqueño se apresuró a cubrirle la retaguardia, mientras el General Sucre no cabía en sí de la satisfacción ante los militares peruanos. Por lo que en un arranque de emoción se arrancó de los hombros las insignias del generalato y se las colocó a Córdova.

En pleno campo de batalla lo ascendió a General de División, grado que luego ratificó el mismo Bolívar. Importante aunque más discreto fue el papel de Salvador Córdova quien apoyaba a su hermano en las órdenes impartidas entre la soldadesca. Lo que vino después fue la persecución de los derrotados. Sucre, Córdova y La Mar capturaron al Virrey y Teniente General José de la Serna y Martínez, a sus generales, con personal de tropa y armas, lo que impuso fin a la dominación española en el Perú. Vinieron los honores en Lima, la antigua ciudad de los virreyes.

El Congreso de la naciente República del Perú concedió a Sucre el título meritorio de Mariscal de Ayacucho (el cual no era un grado militar por cuanto en ese momento ya Sucre era General).

A Bolívar le dio el título de Libertador del Perú y una corona de oro con birllantes, que el Libertador colocó en las sienes de Córdova, ante la asamblea en pleno del Congreso, que lo ovacionó largamente como Héroe de Ayacucho, epíteto con el que posteriormente sería conocido.

Este era el culmen de la carrera militar de José María Córdova y Muñoz. Dicha corona se conserva hoy en día en el edificio del Ayuntamiento de Rionegro (Antioquia).

REBELIÓN CONTRA LA DICTADURA Y LA MONARQUÍA

Para evitar el desorden Bolívar tomó las riendas de la Gran Colombia en junio de 1828, después del fracaso de la Convención de Ocaña (abril-junio), por lo cual fue tildado de dictador por sus más enconados enemigos, hasta el punto de atentar contra su vida la noche del 25 de septiembre del mismo año. Córdova corrió en auxilio del Libertador para ponerse a su disposición una vez conjurado el peligro, como consta en la documentación de la época.

Córdova integró -junto con otras grandes personalidades de la época- el Consejo de Ministros que juzgó y emitió fallo sobre los sucesos del 25 de septiembre. Posteriormente fue nombrado por Bolívar Ministro de Marina, cargo que al parecer no fue de su entero agrado. ¿Por qué se rebeló Córdova contra Bolívar a quien admiraba y de quien había sido leal e incondicional amigo? A juzgar por las cartas secretas que envió a sus amigos para incitarlos en contra del gobierno de Bolívar, su inconformidad residía en el hecho de que la cúpula militar y gubernamental de la república estaba conformada en mayor grado por extranjeros, que por granadinos. De otro lado, también se mostraba en abierta rebelión contra la posibilidad que Bolívar fuese coronado rey o emperador del nuevo Estado.

Córdova era un republicano convencido, declaradamente anti-monárquico. La idea de coronar a Bolívar circulaba en el Consejo de Ministros del que Córdova había hecho parte.

El General de División regresó a su natal Rionegro el 8 de septiembre de 1829 y contó para sus planes rebeldes con el apoyo de su incondicional hermano Salvador Córdova. ¿Se trataba de una aventura quijotesca? Indudablemente.

Asesinato en el santuario

General José María Córdoba
Monumento a José María Córdoba en el cementerio de Rionegro.
Foto: Luis F. Molina

El cadaver fue entregado a sus familiares quienes lo inhumaron en su natal Rionegro. Doña Pascuala, atravesada por el dolor, obsequió las charreteras del prócer al General José María Obando. Y la hermana del prócer, Doña Mercedes Córdova de Jaramillo obsequió la banda de General de División al futuro presidente de Colombia, General José Hilario López.

Enfrentarse a las fuerzas armadas grancolombianas, con un puñado de hombres, era suicida. El prócer José María Córdova sobreestimaba sus capacidades de convocatoria y creía que iba a ser apoyado por los enemigos de Bolívar, en lo cual se equivocó garrafalmente.

Los apoyos fueron verbales, nunca efectivos. Con ese ímpetu que caracterizaba al audaz militar antioqueño, puso su dinero y hacienda al servicio de la que creía la más justa de todas las causas. Fue así como conformó el llamado Ejército de la Libertad, del cual era Comandante en Jefe, con 44 hombres mal armados junto con su hermano Salvador como lugarteniente. En un golpe de audacia se apoderó de Medellín, haciendo creer a su gobernador que poseía unas fuerzas monumentales. En carta dirigida a Bolívar expresó abiertamente el antioqueño sus inconformidades ideológicas, en los siguientes términos:

"V.E. (Vuestra Excelencia) protestaba sostener sus decretos contra la convención (de Ocaña); que era lo mismo que protestar desobedecerla, si no obraba conforme a sus determinaciones. Y no siendo V.E. sino presidente encargado del poder ejecutivo, es claro que no tenía otra autoridad para oponerse a la convención que la que le daba la fuerza de que disponía" (Extracto de la carta fechada en Medellín, 14 de septiembre de 1829).

La toma de Medellín fue el máximo triunfo del Ejército de la Libertad, porque lo que vendría sería el desastre.

ASESINATO EN EL SANTUARIO

Dueño de Medellín y gobernando en ella durante las últimas semanas de septiembre, el General Córdova se creía invencible, aun cuando era cierto que sus mal armadas tropas se habían multiplicado.

Mientras tanto el Ejército colombiano se movilizaba y cernía una tenaza sobre Antioquia. La Columna de Occidente capitaneada por el irlandés Daniel Florencio O'leary se había puesto en marcha. Por el norte avanzaba la columna comandada por el General Mariano Montilla y por el sur venía el Coronel Andrade con fuerzas de Popayán.

El dispositivo había sido ordenado por Bolívar para restablecer el orden en la provincia. ¿Qué hizo el General Córdova ante tan aparatoso despliegue? Inmediatamente ordenó al Coronel Salvador Córdova que dispusiera hacerle frente a todas esas columnas, lo cual se hubiera logrado con alguna probabilidad de éxito si muchos de los oficiales que comandaban las divisiones del Ejército de la Libertad no se hubiesen pasado al bando contrario con todo y tropas. El General de División lentamente y sin saberlo fue quedando solo y traicionado, acompañado de unos cuantos leales y de su fiel hermano.

Finalmente, ambas fuerzas se enfrentaron en el sitio de la hacienda El Santuario -en inmediaciones de Marinilla-, el 17 de octubre hacia las once y media de la mañana: 300 hombres componían el Ejército de la Libertad, frente a la columna de O'leary compuesta por 800, que era apenas una fracción del Ejército de Colombia.

Iniciadas las hostilidades los rebeldes acometieron frontalmente con tanta fuerza y determinación que alcanzaron a sembrar confusión entre los gobiernistas, pero la superioridad numérica se impuso. La caballería enemiga y las armas de mejor calidad contribuyeron a ello, ante lo cual el General no tuvo nada que hacer. Muertos algunos lugartenientes y gravemente heridos otros, se retiró Córdova desfalleciente a una choza a orillas del campo de batalla, para hacerse atender heridas leves en el pecho y una de sus piernas.

Salvador Córdova y algunos tenientes le pidieron que huyera, pero él rechazó la proposición indignado: ¡Cobardes!, los llamó. La batalla se había perdido pero él confiaba en la nobleza de los vencedores. Cesaron las hostilidades y el italiano Carlos Castelli -gobiernista- exigió la rendición a las tropas de Córdova, reducidas ya a unos pocos malheridos.

Enterado O'leary del sitio donde se hallaba el General dio la orden al segundo comandante de la caballería, el también irlandés Rupert Hand, que se dirigiera hacia la choza habilitada como hospital de guerra y diera muerte a Córdova. Éste, mientras tanto, esperaba una comisión de O'leary para discutir su rendición incondicional y la petición de clemencia ante el Libertador, por cuanto ya había informado de su rendición de guerra. Visiblemente alterado por una aparatosa caída de caballo que casi le cuesta la vida, llegó Hand a la choza, sable en mano y preguntó:

-¿Quién es Córdova aquí?

Pensando que se trataba del interlocutor de O'leary el General se incorporó penosamente de su improvisado catre para responder:

- ¡Yo soy el General Córdova, aquí le tiene usted!

Acto seguido e inflamado de furor asesino el mercenario irlandés saltó hacia el hombre indefenso para asestar un recio golpe de sable sobre la cabeza y otro y otro. Córdova instintivamente se protegió la frente y tres dedos de su mano derecha saltaron por los aires. Las heridas propinadas fueron todas de suma gravedad, las del cráneo fueron definitivas y su mano derecha fue finalmente cercenada. Trastabilló hasta caer al suelo al tiempo que alcanzaba a musitar:

  • ¡Ah cobardes, ah cobardes!

El mercenario siguió con su andanada sanguinaria hasta dejarlo inconsciente, víctima de múltiples hemorragias, tendido en el suelo. Dándolo por muerto salió el homicida del humilde recinto a dar a su jefe O'leary informe sobre el cumplimiento de la infame orden. La realización cabal del magnicidio le significó a Hand su ascenso a Primer Comandante en aquel momento, como premio a su cruel ejecutoria. Y posteriormente la Gobernación del Chocó.

Córdova, aquejado por repentina fiebre y estertores agónicos murió una hora después, pronunciando las palabras:

"¡Avancen, cornetas, toquen paso de ataque! ¡Muchachos, a la bayoneta, que los enemigos son pocos y cobardes! ¡Viva la libertad!".

(Cfr. RAMÍREZ GÓMEZ. Op. Cit. Pag. 112). (Cfr. MORENO DE ÁNGEL. Op. Cit. Págs. 571,586 y 587).

El juicio de la historia

General José María Córdoba

El cadáver de José María Córdova fue entregado a sus familiares quienes lo inhumaron en su natal Rionegro. Doña Pascuala, atravesada por el dolor, obsequió las charreteras del prócer al General José María Obando.


Al victimario Rupert Hand se le inició proceso penal por la muerte aleve de un General rendido y ya sin armas, como era Córdova. Para evadir el peso de la justicia huyó a Venezuela -para entonces ya independiente del Gobierno de Bogotá-, el Gobierno de Caracas se negó a entregarlo en extradición. El Coronel Salvador Córdova fue indultado por el mismo Bolívar.

¿Cómo ha juzgado la historia de Colombia a José María Córdova? Los historiadores del siglo XIX lo tildaron de oportunista, conspirador, traidor a Bolívar y a la patria. Doña Pascuala Muñoz de Córdova en 1849, en un gesto valiente exigió al Congreso de la República se respetara la memoria de sus hijos -Salvador había sido fusilado en 1841 por Tomás Cipriano de Mosquera-. Con estas palabras habló la ilustre matrona antioqueña a los parlamentarios:

"¿Qué podéis darme a cambio de mis hijos? Volvedme su nombre como ellos lo conquistaron en las bocas de los cañones de Fernando (...) Os lo pido (...) para que las generaciones venideras aprendan como ellos a cambiar la vida por la libertad". Forero E. Paulo. Op. Cit.. Pág. 150.


A fines del XIX y comienzos del XX sus descendientes Federico Jaramillo Córdova (sobrino del prócer) y José María Arango Carvajal hicieron sentir su voz ante el alto gobierno y las academias para que se quitara el lodo del rencor histórico del nombre del General Córdova, lo cual se logró. Imperó entonces más el criterio republicano objetivo que el de culto a la personalidad de Bolívar.

DEPARTAMENTO DE CÓRDOVA


Fue entonces cuando los políticos antioqueños iniciaron su denodada carrera ante el Congreso de la República para lograr que un departamento de Colombia llevara su nombre, como una forma de desagravio histórico, apenas justo. En 1904 el General Rafael Uribe Uribe (1849-1914) y Valerio Antonio Hoyos -congresistas- propusieron conjuntamente ante el Parlamento la creación del Departamento de Córdova, en el sur de Antioquia, con capital en Manizales, pero la oposición antioqueña, que veía así desmembrarse su territorio, lo evitó. Aun cuando a la larga se crearía allí un nuevo ente seccional llamado Caldas, con el apoyo de los caucanos (1905), que Antioquia no pudo evitar. No obstante se había hundido la iniciativa Departamento de Córdova.

Algunos congresistas bolivarenses de la región del Sinú -hacia 1948- empezaron a proponer la creación del Departamento del Sinú o Entrerríos, ante el visible abandono de la administración de Cartagena en la zona. Ya casi hundida la iniciativa por la fuerte arremetida de la bancada de congresistas bolivarenses que vetaban el proyecto, Antioquia ofreció el apoyo de sus parlamentarios, con la condición que el nuevo ente llevara el nombre del General Córdova. Remberto Burgos Puche, ponente del proyecto junto con otros congresistas conformaron la Junta Pro-Creación Departamento de Córdoba (con esta grafía), acogiéndose al inesperado apoyo que se les ofrecía.


El nuevo departamento fue definitivamente aprobado mediante la ley 9° del 17 de diciembre de 1951, la cual seis meses después entraría en vigor. Fue así como el 18 de junio de 1952 Córdoba era una realidad, para molestia de los bolivarenses quienes hablaban de ¡injusticia! y ¡desmembramiento de su territorio! En contraste los cordobeses se entregaban al delirio de la celebración por la creación departamental, con presencia del presidente (encargado) Gral. Roberto Urdaneta Arbeláez y la primera dama Doña Clemencia Holguín de Urdaneta, quienes se trasladaron de inmediato a la jubilosa Montería.


Un diario capitalino reseñaba así la noticia:

"Con repique de campanas, salvas de artillería y concentración multitudinaria en Montería se iniciaron anoche a las doce los festejos populares con los que los habitantes del Sinú y la región del San Jorge, celebran el advenimiento a la vida nacional del nuevo Departamento de Córdoba cuya inauguración oficial se realizará a las cinco de la tarde de hoy. El presidente Urdaneta Arbeláez viajará al medio día..." (El Siglo. Miércoles 18 de junio de 1952. Primera página).


Han pasado ya 175 años desde aquel día en que de forma cobarde fuera salvajemente ultimado un rebelde convencido de la causa republicana -que ya había rendido sus banderas-, a manos de un mercenario extranjero, envalentonado con un sable en la mano ante un hombre indefenso. Sinuanos y sanjorginos somos cordobeses por convicción patriótica y republicana desde 1952 y lo seremos siempre.


Con ese rictus de gravedad que solía reflejarse en su rostro serio y circunspecto, el Héroe de Ayacucho vigila desde el cuartel superior del escudo departamental los planes y ejecutorias que sus hijos acometemos para enfrentarnos a los retos del futuro. Y mientras formamos cerrado escuadrón en contra de las adversidades y los tiempos duros, él electriza los espíritus con aquella voz de carga que quedó grabada para siempre con letras de oro en los anales de la historia militar colombiana:

¡Armas a discreción!...¡de frente!...¡Paso de vencedores!

gaudeamusigitur@latinmail.com

Bibliografía

BOHÓRQUEZ CASALLAS, Luis. Breve Biografía de Bolívar. Eds. Congreso de la República de Colombia. Bogotá, 1980.

CAUSAS Y MEMORIAS DE LOS CONJURADOS DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1828. Eds. Presidencia de la República. Bogotá (Colombia), 1990.

FORERO E. Paulo. Las Heroínas Olvidadas de la Independencia. Eds. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá (Colombia), 1972.

EL SIGLO. Miércoles 18 de junio de 1952.

LOZANO GUTIÉRREZ, Gustavo. De Ayacucho a Santuario: Biografía de una época. Eds. Plaza y Janés. Bogotá (Colombia), 1987.

LÓPEZ BUSTAMANTE, Andrés. Cambios en la imagen de un héroe: José María Córdova entre la historia y el mito. Artículo publicado en la Revista Credencial Historia N° 123. Bogotá (Colombia), 2000.

MORENO DE ÁNGEL, Pilar. José María Córdova. Eds. Planeta. Bogotá (Colombia), 1995.

MARTÍNEZ SIMANCA, Albio. Córdoba: Banderas, Escudos, Himnos y Logosímbolos. Eds. Corsa. Montería (Colombia), 1986.

PÁEZ, José Antonio. Autobiografía. Eds. Bedout. Medellín (Colombia), 1973. Vols. I y II.

[Tomado de El Meridiano Cultural]

 

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