En circunstancias lamentables estuvo por varios años deambulando por nuestra ciudad Raúl Gómez Jattin, uno de los intelectuales que tuvo gran resonancia en el campo de la poesía, no sólo en nuestro terruño sino en otras regiones del país. Por circunstancias de su propia enfermedad, pereció trágicamente la semana anterior.
Llama la atención este personaje porque pudo rehabilitarse y recuperarse si hubiera encontrado una persona o una entidad a la cual él hubiera estado vinculado en sus actividades culturales. Sin embargo, a raíz de su muerte se vio la ciudad llena de carteles mortuorios invitando al sepelio.
En el mismo estado lamentable se encuentra deambulando por los bajos de la Gobernación el señor Carlos Arturo Romero De Ávila, uno de los más prolíficos compositores de antaño y gran intérprete de la guitarra. Seria conveniente que la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, seccional Cartagena, tuviera en cuenta este hecho y procurara buscar los medios necesarios para afilialr a estos intelectuales a una entidad asistencias que siquiera les prestara los primeros años
Antonio Merlano Meza
CC. 885.308 de Cartagena
Lunes 2 de junio de 1997
La muerte del poeta
Desde cuando conocí su poesía nunca dejé de observarlo. Dedicado recibí, por intermedio de Eduardo Polanco, uno de sus poemarios y seguí su consejo al pie de la letra, y por ello, tampoco nunca intenté acercarme a él. Me dediqué a contemplarlo y examinarlo con el dolor y el estremecimiento que sólo en estos casos se le depararía a los familiares y amigos muy queridos. Acaba de morir. Trágicamente como era de esperarse. Siempre pensé que no había remedio y que pese a su esperanza, en las pausas de su locura, vertía versos 'reposados y tranquilos'.
He leído con frenesí todo lo escrito post-morten sobre Raúl Gómez Jattin. He contenido el llanto entrañable que me corre en la medida que leo y lo pienso. El llanto y las lágrimas que no reprimí cuando leía sus poemas y que hicieron mi deleite. En estos tiempos de sequía en cuanto a verdaderos poetas, Raúl era el oasis y lo que lo se ha dicho y diga sobre su obra son merecidísimas loas que están y estarán desprovistas del almíbar empalagante.
JULIO SANCHEZ ARRIETA
Viernes 6 de junio de 1997
Ahora entiendo....
... el porqué mueren nuestros artistas y otros valores en un medio tan hostil como el nuestro, si no tiene recursos para aliviar sus males.
Si alguien en vida fue considerado el poeta vivo más grande de Colombia, hasta ese 22 de mayo cuando murió en la forma más deprimente y vergonzosa, fue Raúl Gómez Jattin, ese que en otros lares seguirán honrando como el insigne poeta que fue, pero que sin embargo acaba de morir en su propia tierra de la manera más indigna. Alrededor de su féretro se vieron muchas caras, tal vez las mismas que en vida nunca le tendieron la mano.
¿Cuántos Gómez Jattin se necesitan que mueran aquí para que este Estado inepto y la sociedad hipócrita, que mañana estará rindiéndoles homenajes póstumos, entiendan lo que se pierde cuando se apaga una vida como esta y hagan lo que tenga que hacer para rescatar a los Pambelés, a los Romeros y otros que deambulan por nuestras calles a la vista de propios y extraños?
Nada de lo que hagan ahora será igual a cuando Raúl Gómez Jattin vivía; o lo que eran Crecencio Salcedo, Estefanía Caicedo, Carlos Julio Ramírez y otros que murieron bajo el signo trágico de la miseria y la mirada impávida de las mal llamadas entidades cultoras del arte.
HERNANDO PALOMINO
CC.825.685 de Barranquilla