Domingo 14 de junio de 1998
Gómez Jattin y su poesía
Ricardo Vélez Pareja
Hace veinticinco años en la cafetería de la Universidad Externado de Colombia en la ciudad de Bogotá, conocí a un hombre alto, de frondosa barba negra, elocuente, vehemente, culto y teatral. Tenía en su mirada una extraña fuerza magnética y algunos signos de extravío. Ese joven era Raúl Gómez Jattin en los tiempos de vida intensa y optimista en el agitado mundo cultural universitario de aquel entonces.
Pasó algunos años en esa ciudad dedicado con pasión desbordada al arte teatral, como actor y director y, en sus ratos libres, escribía poesía. No duró mucho tiempo ese idilio con la vida y con el teatro, porque surgieron conflictos con sus compañeros de grupo y así volvió a Cereté la tierra de su infancia y sus ancestros a renovar su corazón de mango, a las aguas dulces de los ríos, a gozar de las tardes de sombra bajo los árboles de mamón, a renovar sus nostalgias cuando jugaba con Isabel a las muñecas de trapo "que eran nuestros hijos... que te vas a acordar Isabel, ahora tienes cinco hijos con el alcalde..." - y la vio con anteojos guiada con un chofer endomingado y lo saluda con frías palabras sin saber que el seguía jugando y soñando con las muñecas de trapo. Allá se meció en la mecedora de bejuco y se abanicó con la hechura de la paja campesina. Esa calma, ese sosiego, ese olor a mango y a ciruela, esas plumas de pavo real que colaban lentas, no le quitaron la angustia de su alma, el dolor profundo por los otros que practicaban el desamor y la falta de solidaridad. Todo ello galopaba lentamente en su corazón de irreversibles afectos y confundidos sentimientos para ir conociendo la dulzura del odio y de la muerte.
Los engaños, la hipocresía, las mujeres de oropel, las traiciones femeninas lo hirieron sin remedio, pero el hombre y el poeta necesitaba amar y entonces universalizó el amor con loca pasión de un hombre influido quizás por el pensamiento de Platón y Aristóteles, que decían "en vano golpea a las puertas de la poesía el que está en sus cabales" y "nunca ha habido un gran talento sin mezcla de locura". Gómez Jattin profundizó en los griegos y siempre entendió que la base de la cultura de occidente era la filosofía, la ciencia y las artes de los griegos. Uno de sus libros de poesía Hijos del Tiempo trae poemas biográficos de Teseo, Homero, Casandra, Micerino, Electra, entre otros.
El veía a Dios, al demonio, al cielo y al infierno en los mismos actos de los hombres y en él mismo. Allí es donde se muestra como un humanista con la sensibilidad en los pliegues de su piel. Miremos fragmentos del poema El Dios que adora del libro Retratos:
"Soy un Dios en mi pueblo y mi valle
no porque me adoren sino porque yo lo hago
porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad
o porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan
porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio. Porque amo a quien ama"
Eso era el poeta. Un aristócrata de finos gestos y modales que por haberse dedicado a la poesía vivió de la limosna y las becas que esporádicamente le daba Colcultura. Y más adelante dice:
"Porque no soy bueno de una manera conocida
porque amo los pájaros y la lluvia y su intemperie
que me lava el alma. Porque nací en mayo
Porque mi madre me abandonó cuando precisamente
más la necesitaba. Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad. Porque sobre todo
respeto al que lo hace conmigo. Al que trabaja
cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte".
He aquí un poema autobiográfico que tal parece lo hubiera escrito San Francisco de Asís, el santo mendicante que vivió de la limosna. Gómez refleja en este poema sus dolores y amores a la naturaleza, al ser humano, y la mordida en el corazón por el abandono de su madre Lola Jattin, por su enfermedad de la cabeza, por su angustia de hacer poesía antes que llegue la muerte, aquella que sintió muchas veces tan cerca:
"Siento escalofrío de ti hermana muerte
yo no tengo soledades solo tu muerte
y el agua que a mis pies muere
la muerte camina en tus huesos
y florece en tu piel"
Y fue real que Gómez tuvo siempre la muerte presente, en sus huesos, en su piel, en su cuerpo cuando toreaba vehículos en las calles y en su corazón que palpitaba de ausencias y dolor.
Cartagena: infierno y muerte
Los últimos diez años de su vida los vivió en Cartagena, ciudad donde nació un treinta y uno de mayo de 1945. Allí ejerció su vocación de maestro no sólo en el teatro, sino en los talleres de poesía en el Museo de Arte Moderno y en la Universidad de Cartagena. Enseñaba la hermenéutica de la palabra, los secretos y la magia de la poesía y aconsejaba a los jóvenes como a Eusebio cuando le dice:
"Eres demasiado sensible muchacho
recógete en los libros
en tu alquimia
en el calor de tu madre
el resto no vale la pena Eusebio
son fantasmas, muchedumbres de fantasmas ebrios".
He aquí el reflejo de su espiritualidad humanística, de una búsqueda constante de la riqueza interior para la tranquilidad o intranquilidad del alma a través del recogimiento en la sabiduría de los libros y en el, por siempre añorado, calor de madre y de la vida familiar, despreciando lo demás, los abalorios y vanidades de una sociedad hipócrita y ebria de materialismo.
Esa nostalgia y ese dolor por su vida familiar de infancia, lo llevó impregnado en su corazón por el abandono de su muerte y de la abuela que le esquilmaba el pan:
"Perdóname señora oscura y venerable
mi atrevimiento de hijo bastardo
que no puede mas con su vacío corazón".
Y le cantó a su abuela:
"a ese monstruo mitológico
con un vientre crecido
como una calabaza gigante
yo la odié en mi niñez"
Todo ese desamor familiar lo llevó a rendirle culto a los alucinógenos:
"De la interminable edad adolescente
otorgada por la cannabis sativa diré
un elogio diferente. Su mal es menos bello
pero hay imágenes en mi escritura
que volvieron gracias a su embrujo enfermizo"
El creía que la marihuana y otros alucinógenos eran lo que inspiraban su poesía, así lo manifestó en varias ocasiones durante las charlas que sosteníamos y siempre le manifesté que si así fuera todos los drogadictos serían poetas y que todo estaba en el talento que el tenía innato.
Varios amigos conseguimos que el Embajador de Cuba, Jesus Martínez, lo invitara a Cuba y así después de una intensa labor de convencimiento, estuvo en el Hospital Psiquiátrico de la Habana en 1994. Después de varios meses regresó con su nueva dentadura y reconoció que él no necesitaba de la droga para escribir. Esto duró poco tiempo por cuanto que a la vuelta de la esquina reanudó su vida viciosa en forma más intensa y vinieron las idas y venidas a la cárcel y al hospital San Pablo que lo llevaron a escribir su nuevo itinerario:
"Voy de hospital en cárcel en conocidos inhóspitos como ellos.
Almas con cara de hipodérmica y lecho de caridad.
Entregándole mi compañía a cambio de un hueso infame de alimento.
Toda esa gran vida a los alucinógenos debo".
Siempre afirmó que de cada ida al Hospital Psiquiátrico salía un libro nuevo y llegaron los tiempos en que se volvió agresivo hasta contra sus propios amigos, aun cuando, hay que decirlo, contra el que escribe jamás cometió acto de agresión física. Solo un incidente vale la pena contar. una vez le entregué los originales de mi primer libro "Desde el Balcón" para que me hiciera el prólogo y cuando los fuí a buscar en compañía de la pintora y su mejor amiga Bibiana Vélez, él los había quemado con otros escritos y libros suyos en una gran pira la noche anterior. Posteriormente me hizo un prólogo en verso, que es el que aparece publicado en el libro en 1992.
Para esta época su demencia perdió totalmente los momentos de lucidez que de vez en cuando le llegaban en los últimos años:
"Despreciable y peligroso
Eso han hecho de mi la poesía y el amor
Señores habitantes".
En 1995 sintió muy cerca la muerte y escribió su última voluntad:
"Yo Raul Gómez Jatttin, natural de Cartagena, portador de la cédula de ciudadanía #6.582.562 de Cereté declaro que mi última voluntad es que al morir sea incinerado. Cartagena, septiembre 9/95".
Eso lo escribió desde la cárcel de Ternera
Todo ese dolor que sintió hasta el final de sus días, le produjo la luminosa soledad que lo llevó a contar poéticamente sus locas, escatológicas y zoofílicas aventuras y relaciones con la sirvienta, las burritas, las gallinas, los pavos y con los propios hombres. Pero también sublimó sus dolores y su soledad a través de la palabra poética impregnada de una desgarrada rabia humanista contra la sociedad plagada de tenencias materialistas y de odiosos egoísmos. Se discute mucho si el realmente tenía vocación suicida. Creemos que desde hace años, inclusive en Bogotá, según diversas fuentes, toreaba a los vehículos, como en efecto trató de torear un carro fantasma en Cartagena el 22 de mayo de 1997, nueve días antes de cumplir 52 años. El carro fantasma - seguramente un fantasma ebrio - se lo llevó por delante para siempre logrando así descansar de esa puta vida que lo castigaba cada día y que atormentaba a la pacata sociedad que descansó en paz cuando el poeta murió junto al mar e ingresó a la eternidad. Ahora solo quedan sus palabras al viento para la memoria de los hombres que no seguirán su ejemplo de vida pero que se alimentaran de sus versos, malditos versos que regocijan y estremecen al mas frío de los mortales.
Sus poemas inéditos
Una vez fallecido, nadie atendió su última voluntad de la incineración en la ciudad que lo vio nacer. Lo velaron en la Escuela de Bellas Artes y hasta en el cajón produjo conflictos y situaciones insólitas. Su último amigo del parque Centenario donde dormía, gritaba con estruendosa voz alcohólica que el era el único amigo y abrazaba el féretro interrumpiendo la misa y a los mimos que leían sus versos. El público se dividió entre los que querían que la policía lo retirara o que lo dejaran abazar el cajón que estuvo a punto de caerse por la emotividad del vago embriagado, quien al fin sereno, se sentó en el piso y lloró en silencio con su corazón lacerado. A Raúl se lo llevaron a Cereté en donde lo enterraron en medio de una tempestad y un vendaval que descuajó los árboles. No fue mal sitio para su entierro porque allí dio a luz sus más bellos poemas, los del Tríptico Cereteano.
Una confusión de sentimientos de dolor y paz invadió a los cartageneros que lo amaban y odiaban intensamente.
Poco a poco, de manos solidarias fueron saliendo a la luz varios poemas inéditos, de calidad desigual, parecidos a los de su última publicación El esplendor de la mariposa.
Sin embargo, los cinco poemas recién publicados por el escritor Joaquín Mattos en la nueva revista barranquillera Viacuarenta y algunos rescatados por sus amigos Ramiro Benedetti y Cristina Macmaster ameritan ser destacados.
En los de Mattos, el poeta describe - sin hacer alardes de crípticas metáforas que nunca hizo - la actitud de muchos que lo odiaron y que después del reconocimiento que se le hizo a nivel nacional se afanaban por saludarlo, o las críticas mordaces contra las monjas del hospital psiquiátrico:
"En las clínicas mentales los peor son las monjas
mas violentas que agujas hipodérmicas
que la fiebre y la locura
la monja es una energúmena quieta"
o sobre la envidia y la codicia que predominan:
"Todos son ganadores de prestancia y de oro
qué tendrá la escritura que incita la codicia...
me gusta que me envidien este dolor tan hondo
de escribir la poesía"
Y la nostalgia dolorosa por su casa, sus padres muertos, el río dando vueltas:
"Cuanto diera porque mis padres
gozaran de saberme querido
por lo que escribo"
Sobre Dios, el poeta creó dudas entre sus lectores que lo consideraban como un ateo de la mente pero un creyente de corazón:
"Oh Dios tu que no existes eres afortunado
de no tener que cuidar todo el género humano"
Creemos que Gómez Jattin recibió influencias del Tuerto López, de Walt Whitman, de Bukowsky y de Antonio Machado.
En medio de su originalidad se nota en el trasfondo el aliento crítico y mordaz del Tuerto, la ternura solitaria y profunda del canto poético de Machado a quién estudió intensamente y las duras y realistas palabras de Whitman y Bukowsky. Veamos estos breves poemas que le escribió a Benedetti y a su esposa:
"Siento la luz dorada pararse sobre mi piel
sé lo que es el calor, sé que mi cuerpo
es también cuerpo del universo
es seguro que mañana o dentro de algunos años
no estaré. Mas no me importa viviré para el día
Soñaré: soy eterno
y nada me detendrá en el camino
de ser hombre cada día"
Es la conciencia de que la vida hay que vivirla día a día y de que la poesía y los sueños hacen eternos a los hombres.
En este describe una sonrisa:
"Sonríes como el sol mañanero
con una espada en los dientes
agua de fuego
fuego en los ojos, Helena"
Y este que parece un canto de García Lorca:
"Amor que siento es amor santo
santo tu nombre que adoro tanto
tanto que el cielo añora en vano
tener tus ojos y mi quebranto.
Tanto que lloro, tanto que río
y te quiero tanto"
O este otro que denota la luminosidad de la amistad para el poeta.
"Eres el sol
El sol de hoy y de siempre
Eres mi amigo de hoy de siempre
Eres el sol amigo"
A su amiga la pintora Cristina Macmaster le dejo algunos poemas que demuestran su madurez podrida de los últimos años, su cansancio de vivir en ese cuerpo que tanto le fastidiaba - calvo, arrugado y sin dientes - y al cual sin embargo, siguió amando y admirando:
"Del amor sólo me queda el cuerpo
una biología vigorosa y atractiva
con la que me solazo y sueño
En vez de amor tengo poemas
Por quienes ser feliz y ser sufrido"
En estos poemas refleja más abiertamente su amor erótico por los hombres y sus desgarradas autocríticas:
"Los poetas - amor mio -
son unos hombres horribles
Unos monstruos de soledad -
evítalos siempre
comenzando por mí
Los poetas - amor mío-
son para leerlos
Léelos mas no hagas caso
a lo que hagan en sus vidas"
Y la conciencia de su locura y del daño que le hizo a su vida:
"He recorrido hospitales mitigando la locura
una locura que durante muchos años
ayudó a mi imaginación en mí poesía
pero después se volvió amenazante
y puso en peligro mi vida"
De pronto surge un momento de lucidez racional en estos versos:
"Ahora - sin ella - escribo estos versos
y no sé si he ganado o he perdido"
En estos presentía su muerte inminente:
"Siento que la muerte me ama
y me busca para llevarme a su inframundo
siento que tiende trampas a mi alrededor
y me llama luctuosa a festejar mi entierro
la muerte intenta enloquecerme de terror"
Y se defendía de ella con la poesía:
"pero la muerte no sabe que el poema
es un escudo, una espada, una armadura
en la guerra de los días
y que en cada verso me entrego a la vida
y esta se me devuelve multiplicada"
Hay otros poemas interesados con el mar, sobre el Tuerto López de "sonrisa torcida y malestar citadino", sobre un nuevo y adorado Dios que se acostaba en su cama y el le decía: "Tu espina es para tu novia no para tu poeta", es Raúl celoso de su amigo que lo había cambiado por una novia.
En fin, parece que el poeta dejó muchos versos esparcidos de dudosa calidad y otros de interesante factura que ojalá sigan apareciendo.
Nos duele tanto la muerte de este gran poeta, que hubiéramos deseado tenerlo vivo, con su demencia y todo, para que siguiera desnudando la condición humana a través de su propia trágica vida y de sus palabras desgarradas.
Bibliografía:
GÓMEZ JATTIN, Raúl."Poesía 1980-l 989 - Editorial Norma.
SÉNECA. "La constancia del sabio, la tranquilidad del alma, el ocio. Editorial Norma.
REVISTA VIACUARENTA. Biblioteca Piloto del Caribe,1997.
Periódicos El Universal, El Tiempo, El Espectador.
Originales inéditos y manuscritos aportados por sus amigos.
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