Domingo 9 de enero del 2000
El Pedalista de la Bicicleta Roja
RÚBER BURGOS ALVIS
... Ayer, cuando viajaba en un campero a Montería,
con un libro de poemas entre manos, al alzar la cabeza y repartir la
vista hacia distintas direcciones, en el tramo de autopista que
conduce de Mocarí a la capital ganadera de Colombia, pude ver,
con algo de sorpresa, en una bicicleta roja de turismo, pedaleando
rítmicamente entre veloz y lento, a un típico personaje
del Sinú, de cabellos cenizos, ojos diminutos y vivaces,
rasgos indios y pómulos salientes, que se dirigía hasta
las oficinas de El Túnel, donde se sienta a tertuliar con sus
amigos, luego de secarse el sudor y refrescarse con un tinto y agua
helada, después del tonificante recorrido.
|

Guillermo Valencia Salgado, el Compae Goyo
|
Y.. por extraña coincidencia, el autor del libro
de poemas que voy leyendo en el campero en el preciso instante en que
lo descubro en la autopista, sobre su caballito de acero, empeñado
tal vez en vigorizar con el ejercicio físico del deporte que
practica, su corazón que quiere retobarse, pero que aún
palpita para sus amigos.
O,
a lo mejor, estará conformando con el exgobernador de Córdoba,
Casio Obregón Nieto, la Liga de Ciclistas de Corazón
Rebelde.
El libro de poemas en mención, se intitula
"Tizones en Tierra" y fue auspiciado por el Instituto para
el Desarrollo de Córdoba -ldecor-, gerenciado por el poeta
José Manuel Vergara, con el propósito de iniciar la
colección de escritores consagrados que le han dado méritos
al Departamento por la calidad de sus trabajos en el campo literario.
Revisando el contenido del libro me doy cuenta de que
gran parte de los poemas publicados son los mismos que pude
aprisionarle en un cassette, en noviembre de 1988, cuando nos
ofreciera una cautivante lectura que se dio en llamar "Recital
Erótico-Amoroso". Esto fue en Chinú, con ocasión
del I Foro Festivales e Identidad Cultural, organizado por la Casa de
la Cultura de ese lugar.
Ahora comprendo que esa vez estaba decantando
cuidadosamente su trabajo. Más, si asocio las frases que
dijera al comenzar: "Los recitales no son multitudinarios, son
para personajes específicos, y el trabajo es una cosa íntima
que pone uno a consideración de sus amigos, para ver si ha
sacado a flote lo que trató de utilizar como leitmotiv en la
poesía".
Se
observa en la poesía del Goyo la fuerza vital de su expresión,
la autenticidad. Lo típico de su lenguaje, utilizado con el
énfasis del acento regional.
Lenguaje fértil como las tierras de aluvión, abundante como la riqueza de las
aguas tormentosas del Sinú en tiempos de subienda. Con el olor
y el sabor del bocachico. Con el aroma de los bosques y la grandeza
de sus valles.
En el evento referido estuvo acompañado de su
inseparable amigo don Pascual Orozco Madrid, un veterano y aguerrido
promotor cultural de hacha y machete, miembro de la Academia de
Historia del Departamento de Córdoba, quien, como el Goyo,
trabaja incansablemente por la preservación y defensa de
nuestra identidad, sin olvidarse nunca de los mitos, fábulas y
leyendas, que hacen parte de la tradición oral del Sinú,
las antiguas sabanas de Bolívar y la región costeña.
Allí hablaron de la Teogonía de la historia Zenú
y de la necesidad de instituir el Festival Folclórico del
Corazón de la Sabana, en el que predominen la gaita, el porro y la cumbia,
para sustituir o modificar el que anualmente se realiza en Chinú,
por no estar acorde con nuestras costumbres.
Permítaseme por esta vez no ahondar más en
los detalles de la obra poética de Guillermo Valencia Salgado,
y tratar de seguir con modestia un consejo de Ortega y Gassett: "La
crítica de una obra poética no puede ser otra poesía.
Lo que en el poeta está como sentimiento y como imagen tiene
que estar en la crítica como concepto y teoría. Otra
cosa equivaldría a exigir del zoólogo que cuando
estudia los avestruces se convierte él mismo en avestruz.
|