Nunca, en privado o en la plaza pública, he hablado, ni hablaré mal de mis contradictores en aras de lograr mayor caudal de votos por mi candidatura como les consta a ustedes, mis electores. Soy una persona seria con una hoja de vida sin tacha que cumple lo que promete y que nunca ha argumentado ni argumentará, en la forma que pretenden mis antagonistas políticos, distorsionando la información o diciendo verdades a medias.

No caeré en el juego de la calumnia y difamación, terrenos estériles donde la única perdedora es la democracia. No contestaré agravios y me concentraré, en lo que resta de la campaña, a esbozar mi programa de gobierno y a concertar con el pueblo sus necesidades básicas más apremiantes para gestionarlas y ejecutarlas desde la Gobernación. No soy responsable de los aciertos, ni de los desaciertos que han sucedido en el departamento durante su vida jurídica. Desde la gobernación sólo rescataré, proseguiré y concluiré aquellos buenos proyectos de carácter regional que se hayan venido adelantando.

Muchos de ustedes han tenido la oportunidad de conocerme, como profesional de la ingeniería y como padre de familia que tiene un concepto cristiano y solidario de la vida en comunidad, donde las buenas costumbres y la honestidad son valores que se deben cultivar para hacernos dignos del respeto y de la consideración de todos. Me creo vocero de esos principios y valores.

Con las anteriores palabras, que me han salido de lo más profundo de mí ser, espero me honren con su confianza en las urnas el próximo 26 de octubre, para dirigir los destinos de Córdoba.

Con mi afecto para todos, reciban la anticipada gratitud de El Gobernador Amigo.

Montería, octubre 2003

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