Bandera de Córdoba Escudo de Córdoba Escudo de Montería Bandera de Montería
Bandera y Escudo de Córdoba Bandera de Colombia       Escudo y Bandera de Montería

| Inicio | Aviso Legal | Correo | Créditos | Mapa del Sitio |

Conozca su Computador

Carlos Crismatt Mouthon

[248] Los Primeros Pasos [20]

Por: Carlos Crismatt Mouthon

Uno de los primeros avances de los procesadores de texto fue la incorporación de correctores de ortografía y sintaxis. El venerable Word Perfect hizo muchos y meritorios intentos con el último, pero si bien tuvo relativo éxito con la versión en inglés, en cambio en el español, dada su riqueza y complejidad que permite múltiples variantes en la construcción de una frase, la empresa no fue fácil y su desarrollo muy lento.

En cambio les fue muy bien con el corrector ortográfico, que hoy día es la herramienta más socorrida de escritores, secretarias y estudiantes. Pero ¡ojo!, que a pesar del tono de última palabra con que se afirma que la carta está perfecta porque le fue pasado el susodicho corrector, la verdad es que esa utilidad es más peligrosa que una aguja en un sancocho.

Veamos varios ejemplos para probar que lo afirmado no es una exageración. Pero primero se debe anotar que el corrector funciona automáticamente, de tal manera que escanea en forma periódica lo que se va escribiendo, y cuando encuentra una palabra que a su juicio no es la apropiada le pone un subrayado ondeado rojo.

Ahora, después de esta explicación, al grano. En la hoja virgen comencemos a escribir -sin las comillas- la siguiente frase: "A ese tipo le pegaron un tiro en la cien". Y, voilá, la palabra "cien" ni se mosquea, queda impávida. Es obvio que hay un error ortográfico, ya que en el cuerpo humano no existe "cien" -de ciento- sino "sien" -la parte lateral de la frente-. ¿Entonces, porqué no se pone en rojo "cien, con "ce", cuando debe ser "sien", con "ese"?.

A los verbos no les va mejor. Si se escribe "El piloto vino mañana", tampoco hay señal de alarma. Sin embargo, no hay concordancia entre la inflexión verbal -"vino"- que señala una acción ya ocurrida, y la palabra "mañana" que aquí indica tiempo futuro. ¿Porqué a "vino" no le llegó la marea roja?.

Y ni hablar de los nombres. Si se escriben "Leonel", "Macario", "Norberto" y "Samuel", lo más seguro es que sean marcados con la infame marca púrpura del diablo. Y ustedes se preguntarán: ¿porqué están mal escritos, si se dice que los nombres no tienen ortografía, o no se someten a las reglas gramaticales?.

La explicación es doble. En primer lugar, el corrector funciona consultando un listado que contiene las palabras de mayor uso en el idioma castellano. Pero como no es exhaustivo, obviamente muchas palabras y nombres de pila no estarán allí cuando el corrector las busqué. Y, algo estúpido, sólo por ese simple hecho aparecen marcadas en rojo.

En segundo término, no se trata de un corrector sintáctico. Recordemos que la sintaxis es la parte de la gramática que vela por la coordinación de las palabras que forman la oración. Y como se trata vulgarmente de encontrar una palabra en el listado, si allí están "cien" y "vino", la cosa está bien, no hay problema. ¡Así los lectores piensen en arrodillarnos en una esquina y ponernos en la cabeza las orejas del burro!.

Finalmente, si al escribir "A ese tipo le pegaron un tiro en la cien" pulsaron la "a" inicial como minúscula, observaron que Word la convierte enseguida en mayúscula, ya que la gramática dice que cada párrafo comienza con ella. Igual sucede al introducir algunas palabras de uso común con letras en desorden, que se reorganizan al instante. Son automatizaciones que traen los modernos procesadores de texto, pero que por paradoja nos pueden inducir a la pereza mental. [Continuará]

Esta es una serie publicada desde octubre de 2001 por el periódico El Universal de Cartagena de Indias, en la edición de Montería [Córdoba] de los días sábados.
© Carlos Crismatt Mouthon

 

 
Eres el visitante # desde Agosto 30 de 2007