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My Name is Shakira
En entrevista exclusiva con CAMBIO, Shakira habla de Colombia, de su conquista del mercado de los Estados Unidos y de su futuro matrimonio.

Por Leila Cobo

Llevo tres semanas, seis días, una hora y veinte minutos esperando a Shakira. La entrevista se ha ido aplazando porque Shakira está muy ocupada. Ocupada tomando las fotos de su próximo disco. Ocupada visitando a su novio, Fernando de la Rúa, en Argentina. Ocupada ensayando la coreografía del vídeo de su primer sencillo, Suerte (Whenever, Wherever en inglés). Y ocupada grabando ese mismo vídeo que, según se dice, ha costado cerca de un millón de dólares: una cifra que nadie quiere confirmar pero que nadie desmiente.

También se dice –aunque nadie quiere confirmar pero nadie desmiente– que esa cifra se aproxima a lo que costó la producción de Laundry Service, el debut de Shakira en inglés. El costo del álbum, sumado al tiempo que tomó hacerlo –poco más de un año–, subrayan la importancia que la disquera Epic le ha dado al proyecto. Sin duda le está apostando a que Laundry se convierta en el primer cross over realmente auténtico del español que triunfa en grande. Auténtico, porque a diferencia de Ricky Martin –que habla inglés desde niño– o de Marc Anthony y Gloria Estefan –criados en Estados Unidos– Shakira nació y creció en Barranquilla y empezó a aprender inglés hace sólo un par de años.

Y aunque faltan casi dos meses para la salida de su disco, el 6 de noviembre, muchos ven la incansable actividad de la artista como presagio del éxito asegurado. “Shakira va a ser la próxima superestrella”, dice su apoderado, Freddy Demann. “Lo sé. Lo siento en mis huesos”. Y está tan convencido de que no tiene ningún reparo en comparar a la cantante colombiana con sus antiguos clientes, Madonna y Michael Jackson, aunque el paralelo resulte terriblemente prematuro.

Shakira superstar

Las ventas de Shakira en español –aunque muy importantes para una artista latina– están a años luz de las de Jackson o Madonna, y aún está por verse qué pasará con el tan anunciado Laundry. Pero para su apoderado y el séquito que ahora acompaña a Shakira a todas partes, no cabe duda alguna: Demann predice que la barranquillera va a vender nueve millones de copias de este disco (una cantidad descomunal si se tiene en cuenta que la música latina, en su conjunto, logró vender en Estados Unidos 49 millones de unidades el año pasado), y asegura que, en consecuencia, hay que tratarla desde ya como una superestrella.

Sí, superestrella –o superstar, ahora que canta en inglés–, aunque las imágenes de la Shakirita adolescente de Pies Descalzos todavía estén frescas en nuestra memoria. Ésa era la Shakira rebelde que se arranchó y le dijo a su disquera, Sony, que iba a dejar el pop roquero. Y como en esa época no había recursos ni paciencia, se encerró en un estudio en Bogotá con Luis Fernando Ochoa, su coproductor y compañero de composición, y después de 10 días y 10 noches terminaron Pies descalzos, el álbum glorioso de 1995 que se convertiría en el modelo del sonido Shakira: una marca registrada. “Había reservado todo para producir ese disco, incluyendo el estudio de grabación, y no teníamos una sola canción”, recuerda Ochoa, quien ahora vive en Miami y mantiene una relación estrecha con la cantante. “Entonces, escribíamos y grabábamos la misma noche. Así hicimos las 10 canciones”.

Pero Laundry Service fue otra historia. “Esta es una mega producción”, dice Ochoa, quien también trabajó en este disco, al igual que en ¿Dónde están los ladrones? “Todos los productores e ingenieros estaban disponibles para ella… sin duda es otra etapa, pero el nuevo disco, que tiene canciones excelentes, sigue siendo totalmente suyo”

Lo que hay en el disco –además de cuatro temas en español– va desde el tango rocanrolero de Objection hasta los dejos árabes de Ojos Así, por cierto traducido al inglés por Gloria Estefan. Shakira también incluyó flauta andina en el sencillo Whenever, Wherever (titulado Suerte en español), dance y disco en Ready For The Good Times, y, por supuesto, hay un par de baladas grandes y pegajosas, como Underneath My Clothes. Es un disco ecléctico y de elementos de fusión en el que Shakira, aun cantando en inglés (y sin acento discernible), sigue sonando como Shakira. La de siempre. Con la misma voz gangosa pero afinada con la que conquistó la fama. Y con su poesía. Y con ese temple inusitado para alguien de su edad.

Capitana de su barco

Cuando el éxito de Pies descalzos la condujo al productor Emilio Estefan en Miami, Shakira se deslumbró con su nuevo apoderado y productor ejecutivo. A pesar de que ella figura como productora artística de ¿Dónde están los ladrones?, y el álbum sigue sonando a ella, abundaron sugerencias como la de incluir y darle despliegue a las trompetas de Ciega sordomuda. El resultado es un disco más pop, más estilizado y a veces superproducido. Pero a la hora de grabar Laundry Service Shakira fue, como ella suele decir, capitana de su barco. “Queríamos que girara más en torno a ella, que no fuera tan producido”, dice Estefan. “Logramos un sonido muy especial… suena a Shakira”. Y admite que tuvo poco que ver en la creación de ese sonido. “Yo sólo soy el productor ejecutivo. En este caso lo quiso producir ella, y se lo aplaudo. Trabajó con mucha gente que trabaja conmigo. Pero ella sabe lo que quiere”.

“Tengo más control que nunca”, me dijo Shakira hace meses, cuando todavía estaban grabando. “Esta vez estoy durmiendo tres o cuatro horas por día. Soy la productora general del álbum: en realidad, produzco todos los temas, y ninguno de los coproductores se atreve a mover un dedo sin que yo esté al lado cuidando hasta el último detalle. Sé exactamente lo que quiero y la dirección que debo tomar”.

“Shakira va a ser la próxima superestrella”, dice su apoderado, que también representó a Madonna y a Michael Jackson.

Aunque Shakira es una gran letrista con excelentes ideas musicales y de producción, suele escribir con otros (aunque a veces lo hace sola), en parte porque no es una gran instrumentista y necesita el apoyo de una guitarra o un teclado. Pero no hay duda de que Shakira, la estrella que ahora está en vías de volverse superestrella, ha logrado tal éxito gracias a un carisma especial y una dedicación notable. Estefan lo intuyó en 1998, cuando la conoció y firmó un contrato no sólo para ser el productor ejecutivo de ¿Dónde están los ladrones? sino también para ser su apoderado. Fue él quien le sugirió llevar trenzas de colores entrelazadas en su cabellera negra, y quien la llevó a innumerables portadas de revistas y programas de televisión, incluyendo el MTV Unplugged. Fue él, también, quien la presentó oficialmente ante Tommy Mottola, presidente de Sony Music Entertainment, y la persona que dio luz verde al proyecto en inglés.

Pero Shakira resultó ser una artista complicada. Perfeccionista al máximo. Allegados a ambos dicen que llamaba a Estefan a todas horas, con toda suerte de preguntas y dudas. Sin embargo, ¿Dónde están los ladrones? fue un éxito y la carrera de Shakira floreció. Cuando se empezó a hablar de su cross over, fue Gloria Estefan quien empezó a traducir sus canciones. Cuando Shakira y Estefan decidieron cortar su relación de apoderado-artista, corrieron toda suerte de rumores acerca de las razones del rompimiento. En realidad, muchos aseguran que Estefan, con sus mil proyectos, simplemente no tenía el tiempo necesario para dedicarle a Shakira. Pero hoy no escatima flores al referirse a su protegida: “Primero, la adoro. Segundo, la entiendo. Tercero, la respeto mucho. Y cuando hay amistad y respeto mutuo siempre sale todo bien”.

El hombre de Madonna

En cuanto a los rumores de su pelea con Gloria Estefan, Shakira los desmiente de plano. “Con Gloria no puede uno pelear jamás”, dice tajante. “Sobre todo porque ella fue de las primeras que apostaron al álbum en inglés. Es una gran mujer”. Lo cierto es que mientras en Miami Shakira aprendía inglés con Gloria, en California un veterano empresario retirado llamado Freddy Demann, ex apoderado de Madonna y de Michael Jackson, estaba pensando en reabrir sus oficinas. “Michael Jackson me llamó en agosto de 1999, y me dijo: 'Volvamos a hacer magia, Freddy'", recuerda Demann. “Trabajamos juntos por un par de meses y no funcionó. Pero quise volver a manejar artistas. Y un día, cambiando de canales en la televisión, vi a esta chica cantando con Melissa Etheridge, y pensé: ‘¿Quién será?’ Y sin saber de quién se trataba, estaba seguro de que iba a ser una estrella. Al otro día llamé a la estación de televisión y averigüé quién era. Y cuando abrí mi oficina nuevamente en enero del 2000, busqué a esta chica: Shakira”. Y la barranquillera, que para entonces ya había terminado su contrato con Estefan, firmó con Demann. De alguna manera, le tocó una artista ya armada, pues la misma madera que él había captado en tres minutos de televisión era madera que ella había trabajado durante años.

Cuentan sus músicos que los ensayos para MTV Unplugged, el especial de televisión que se grabó en 1999 y se convirtió en disco en el 2000, se tomaron un mes entero. Para la Gira Anfibio, que tuvo lugar el año pasado, Shakira y su grupo se prepararon durante casi tres meses, de lunes a viernes, seis horas al día. “Cuando la oí ensayando para el Unplugged, me descrestó completamente”, dice José Tillán, vicepresidente de Música y Talento para MTV Latin America. “Había escuchado sus discos, pero como hoy en día la tecnología hace milagros, uno nunca sabe. Entré a su ensayo, y allí estaba, con sólo 22 años, con pleno control sobre su grupo y con una voz que podía hacer cualquier cosa. Era un talento verdadero”.

Servicio de lavandería tiene la misma voz gangosa pero afinada con la que Shakira conquistó la fama.

Ya durante la Gira Anfibio se empezó a hablar en serio del álbum en inglés. Primero se decía que saldría a fines del 2000. Luego a principios del 2001. Más tarde, en el verano. Sólo hace unas semanas se definió la fecha del 6 de noviembre. No había problemas, pero Shakira se quería tomar su tiempo porque esperaba que todo saliera perfecto. Escribió docenas y docenas de canciones. Hay quienes dicen que más de 40. Al final se seleccionaron casi 20, hasta que quedaron las 13 del disco.

Esta vez Shakira tenía infinitas posibilidades: los escritores, productores, ingenieros y músicos que quisiera estaban a su alcance. Pero sucedió algo curioso. No quería a los de renombre. Quería a sus amigos, a los músicos de confianza –Léster Méndez, Luis Fernando Ochoa, Brendan Buckley–, aquellos con los que llevaba años trabajando. Además de ellos, recurrió a Tim Mitchell y George Noriega, ambos productores de Estefan.

Su único gran famoso fue Glen Ballard, el productor de Jagged Little Pill, el álbum que hizo famosa a Alanis Morrisette. “Trabajamos toda la tarde en una canción que al final no incluí”, cuenta Shakira. “Y justo antes de tomar un avión, cuando me estaban esperando mis padres, abajo, en el carro, casi en 15 minutos hicimos otra canción, The One. Él empezó a improvisar unos acordes en la guitarra, y yo, a improvisar una melodía. Me llevé ese casetico, y en el camino lo escuchaba y decía, ‘¡ wow!, esto va a ser una gran canción’. Luego viajé a Argentina a visitar a Antonio, y ahí escribí la letra, le cambié la melodía al coro y la produje con Léster Méndez".

Más empatía y menos fama

De resto, a Shakira le gustaba sentarse a escribir, por horas, con Buckley, con Méndez o con Ochoa. Con este último, el método fue el mismo que cuando trabajaron en Pies Descalzos. “Entramos a un cuarto, apagamos la luz y vemos que sale”, dice Ochoa. “No hay un método ni una fórmula para escribir canciones. Trabajar con ella es siempre emocionante, porque es única y es verdadera. No es prefabricada y se arriesga”. Shakira dice que su forma de escribir la lleva a trabajar mejor con personas con las que siente empatía. “No me dejo llevar mucho por esa idea ambiciosa de buscar el mejor productor del mundo”, asegura la cantante. “Y no se trata de acertar sino de tratar de encontrar la afinidad. Entonces, ¿para qué arriesgarme y trabajar con un nombre muy grande pero con quien tengo una amistad muy pequeña? En el estudio quiero las cosas a mi manera. Y trabajar con alguien que tiene esa misma actitud sería muy difícil. Entonces me junto con alguien que conoce mis virtudes y mis defectos”.

La disquera aspira a vender nueve millones de copias del primer disco de Shakira en inglés.

Shakira admite que controla todos los detalles de sus grabaciones. Según muchos de los que participan en este proceso, esto necesariamente lleva a demoras, pues nada, ni siquiera un acorde de guitarra, va sin su aprobación. Tomas que parecen perfectas después de horas de ensayo frecuentemente se tienen que repetir. Pero en Laundry, finalmente, se terminó haciendo un disco de 13 canciones, exactamente como Shakira lo quería. El único rezago de su disco anterior es Ojos Así, una canción que decidió traducir porque “me quedé con ganas de oírla en inglés”, dice. “Es un world beat”. Después de recibir muchas peticiones de todo el mundo pidiendo permiso para grabarla en otros idiomas, decidió hacerlo ella misma. “Creo que hice un disco tal como me gustaría escucharlo a mí”, asegura. “Tal como lo quería. Mezclando todo lo que me gusta en la música. Por eso es un sonido un poco ecléctico. Pero creo que eso es lo que me ha gustado siempre”.

De aquí al 6 de noviembre, Shakira va a aparecer en docenas de programas de televisión. En docenas de portadas de revistas. En docenas de programas de premios. Sus canciones se escucharán en inglés y en español en todos los continentes, y su voz y su cara promocionarán a Pepsi en todo el planeta.

Hay nueve millones de álbumes por vender. Pero faltan dos meses. Quizás le quede tiempo para un café, un cine, una cita a escondidas con el novio que fue a visitar a Argentina la semana pasada. Pero hoy no. Hoy la charla se interrumpe por una publicista impaciente. Shakira tiene que montarse en un carro en 20 minutos. Va a hacer su primera entrevista radial en inglés. Va a convertirse en superestrella.


Leila Cobo es la Editora de Musica Latina y del Caribe de Billboard Magazine.



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