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Razas Bovinas

Razas Criollas:


RAZAS COLOMBIANAS
Romosinuano


La formación de la Raza ROMOSINUANO ocurrió en el Valle del Sinú, Departamento de Córdoba, probablemente por cruce de la raza Costeño Con Cuernos y Angus o por mutación genética. El ganado Romo se encuentra dotado de una mansedumbre natural, cualidad que se acentúa por la ausencia de cuernos.

Después de poblar gran parte de la región Caribe Colombiana, se evitó su absorción total por el Cebú con el establecimiento de un núcleo puro en Montería en 1936. Actualmente, la base de su mejoramiento genético se encuentra en el Centro de Investigaciones TURIPANÁ, Córdoba.

Las características externas son de un animal con cabeza armoniosa, mirada apacible, orejas pequeñas, pelaje de color que varía del amarillo claro a rojo cereza, línea dorsal fuerte, cuerpo cilíndrico, cola delgada que se desprende alto y termina en borla con escaso pelo.

La conformación general del macho Romosinuano lo identifica como el criollo más tipo carne, de extremidades con hueso fino y relativamente cortas que le confieren tamaño mediano. Las vacas presentan índices de fertilidad entre las más prolíficas de las razas bovinas, factor determinante en la cría del ganado.

La raza ROMOSINUANO registra un inventario ganadero de 3.262 animales puros, principalmente en los Departamentos del Meta, Córdoba y Cesar. La mayor parte de sus 47 criadores forman ASORROMO, afiliada a FENARCOL.

ORÍGEN Y CARACTERÍSTICAS

Los historiadores discrepan en cuanto al origen del ganado romosinuano. Quienes sostienen que es netamente criollo lo hacen con la tesis de que proviene de una mutación del costeño con cuernos.

En cuanto a su carácter topo, especialistas como Emigdio Pinzón aseguran que apareció espontáneamente, y que fácilmente se impuso por ser dominante. Esta característica entusiasmó pronto a los ganaderos pues encontraron que tanto los cebadores como los matarifes los preferían.

Pinzón explica que esa topización espontánea no obedece necesariamente a la intervención de una raza sin cuernos, ni es exclusiva de este ganado del Sinú, pues en la misma costa atlántica y en el interior del país han aparecido ejemplares topos en todas las épocas. Solo que en el pasado los romos no gustaban porque era más fácil y cómodo enlazar animales astados; no olvidemos que entonces la mayoría de las haciendas ganaderas eran explotaciones enormes.

Fue una razón exclusivamente económica, puntualiza el mismo Pinzón, la que movió a los criadores sinuanos a buscar cómo fijar dicha característica en sus hatos, toda vez que en el mercado de Medellín, la plaza compradora de los ganados de aquella región, se pagaban mejor los animales costeños desprovistos de cuernos.

¿Angus, responsable?

En la otra orilla se ubican quienes aseguran que en el origen del romosinuano intervino decisivamente la aberdeen angus, raza topa inglesa, al cruzarse con ganado criollo astado, esto es, costeño con cuernos.

Este aberdeen topo habría sido llevado al Sinú en la primera década del presente siglo por el ganadero Carlos Durango, quien lo habría comprado a Pedro Nel Ospina en su finca de Cáceres, Antioquia. Eran animales que habían hecho un largo viaje hasta allí pues procedían de la población sabanera de Tocancipá, cuyo propietario, José María Cortés, fue el primero que importó esa raza a Colombia.

Los opositores a esta teoría refieren algunas frustradas experiencias en cruzamientos de romosinuano con el aberdeen angus negro y rojo, llevadas a cabo en los años 40 y 50 en el Sinú. Los resultados negativos ocurrieron por la dificultad para adaptarse al ardiente clima sinuano. Hay que recordar que el aberdeen angus negro es de los ganados más sensibles al calor.

El simple hecho de que se hable solamente de una importación de esa raza al Sinú es interpretado por muchos como señal del fracaso de ese intento de adaptación.

Sin embargo, algunos expertos no descartan la intervención de una segunda raza si se tiene en cuenta que en la báscula de los mataderos los animales topos mostraban mayor aptitud cárnica que los provistos de cuernos.

El absorbente cebú

En los albores de la década del 30, el ganado cebú impactaba en toda la costa atlántica por el vigor híbrido de sus cruzamientos con el criollo, fortaleza que equivocadamente se atribuía exclusivamente al cebú, desconociéndose por completo las virtudes de las sangres criollas.

En el caso del romosinuano se excluyeron totalmente los machos como reproductores, de modo que al poco tiempo, la acción de los toros cebú, importados todos, sobre la vacada romo sinuana significó la absorción completa del hato criollo y la obtención del cebú puro por cruce.

La defensa

La inminente extinción de tan valioso recurso genético movió al gobierno a buscar los mecanismos que le permitieran preservarlo. Inicialmente se intentó convencer a unos cuantos e importantes ganaderos para que conservaran ejemplares romos no cruzados, pero el llamado no encontró eco, seguramente porque significaría para quienes así procedieran, renunciar a la rentabilidad que encontraban en la venta de animales cebú puro o cruzados con éste.

En consecuencia, el gobierno entendió que el Estado debería asumir esa defensa, para lo cual lo lógico era establecer una granja en tierras sinuanas donde realizar los trabajos de conservación y mejora del criollo amenazado, tanto romo como astado, pero haciendo énfasis en el primero, "que se proyectaba como una valiosa raza criolla en estado puro", precisa Emigdio Pinzón, autor de una completa monografía sobre este ganado.

En 1936 comenzó a operar la granja con 366 animales, 256 romos y 110 astados, comprados a ganaderos de la región.

La idea inicial era mantener en la misma granja de Montería las dos variedades del ganado costeño, pero un año más tarde se decidió el reparto en dos centros; en la capital de Córdoba permaneció el romosinuano y al de Valledupar se despacharon los ejemplares astados, a los que se empezó a denominar costeño con cuernos (ccc).

La granja de Montería funcionó durante 25 años, y en 1962 se trasladó al vecino municipio de Cereté pues ya había quedado pequeña para el desarrollo de programas agrícolas y pecuarios y porque el crecimiento de la ciudad había llegado e invadido parte de sus predios. Allí volvieron a fusionarse los centros de Montería, Valledupar y Toluviejo en el Centro Nacional de Investigación Turipaná, donde hoy existe un pequeño núcleo de romo y otro de costeño con cuernos.

En ese centro se llevó a cabo una cría cerrada mientras crecía el grupo romo, pero en 1958 se intentó un programa de cooperación entre el gobierno y los ganaderos a quienes se entregó en préstamo 25 hembras y dos toretes a cada depositario; ellos se comprometían, mediante documentos, a conservarlos puros. Pero tan pronto recibieron los animales hicieron a un lado los machos y cruzaron las hembras con toros cebú. En esa forma se eliminó rápidamente la población roma en el Sinú, que en 1935 llegó a tener no menos de 300 mil ejemplares.

CARACTERISTICAS EXTERNAS

El romosimuano tiene una apariencia general atractiva, y tanto sus detalles externos como su comportamiento fisiológico revelan una completa adaptación al medio tropical y buena aptitud para producir carne en esas condiciones.

Su cuerpo es tubular, largo y de excelente desarrollo muscular; el tren posterior exhibe una musculatura larga, profunda y bien delineada. hueso fino y extremidades fuertes.

Su color es variáble dentro del rojo, pero la generalidad de los ejemplares muestra un color bayo anaranjado, pero también se encuentran bayos claros, rojos, castaños y hoscos. De acuerdo con la descripción que hace el experto Emigdio Pinzón, el hosco y el bayo claro han sido discriminados y eliminados poco a poco de la población roma.

La piel es pigmentada de negro, gris o amarillo, y las mucosas, negras, grises o anaranjadas. El pelo, corto y ralo, deja ver perfectamente la piel; en los animales de piel negra, algunos adultos parecen depilados o calvos en costados y dorso, prueba de su excelente adaptación al clima tropical.

Cabeza: Fina, de frente ancha, perfil recto, tamaño mediano; cara algo corta. De apariencia mansa. El testuz es romo, obtuso o redondeado.

Orbitas: Separadas y algo salientes, con ojos negros y conjuntiva pigmentada. Alrededor de las órbitas, la piel y el pelo son algo más oscuros. Los animales de color hosco tienen ojeras totalmente negras; la piel que las rodea muestran arrugas muy marcadas alrededor de los ojos.

Orejas: Pequeñas, ovaladas, bien colocadas, móviles, con escasos y largos pelos en la cara interna.

Hocico: Bien conformado, con ollares amplios.

Mandíbulas: Fuertes, con maseteros bien ajustados.

Cuello: Recto, fuerte, grueso, algo corto y bien implantado en el tronco; papada de mediano desarrollo y cervicales voluminosos en el macho.

Tronco: Bien desarrollado, moderadamente profundo, de buena longitud y capacidad corporal.

Cruz: Fuerte, redondeada y en buena armonía con el dorso.

Dorso: Bastante recto, fuerte, con buena cobertura de carne. Su tren posterior es un poco más alto que la cruz (hasta cuatro centímetros).

Lomo: Ancho, recto, largo y redondeado, revelador de una buena masa muscular.

Grupa: Bastante larga, un poco levantada en relación con la línea dorsal. El sacro es levantado y por lo mismo, la raíz de la cola.

Cola: Delgada, de mediana longitud, con borla muy escasa y con desprendimiento alto.

Nalgas: Llenas, con buena masa muscular hasta cerca de los corvejones, que da buena profundidad al muslo.

Testículos: Bien colocados, parejos, de buen tamaño y poco colgantes; del mismo color del cuerpo, a veces con el extremo inferior oscuro o negro.

Extremidades: De mediana longitud, bien aplomadas, de hueso fino, provistas de pezuñas fuertes, pardas o negras y muy resistentes a la humedad del suelo.

COMPORTAMIENTO FISIOLÓGICO

La acción del trópico sobre la raza romosinuana y sus ascendientes durante más de 400 años la ha preparado para resistir sin problemas los agentes físicos, químicos y patológicos que rodean su explotación en las zonas más calidas y húmedas de Colombia, subraya el experto Emigdio Pinzón.

Adaptabilidad

Al respecto sostiene que esa característica se expresa especialmente por su admirable tolerancia al calor, pues en ninguna época padece el estrés que la temperatura alta produce en las razas europeas. Su conformación anatómica facilita la lucha contra ese calor; aunque sus individuos son robustos y pesados, su conformación es ligeramente angulosa, las masas musculares menos redondeadas y profundas que en las razas europeas, y su pelambre es rata y muy corta.

También se advierte en su ritmo respiratorio y en la temperatura interna, que en las horas de calor extremo se mantienen en sus niveles normales. Esta particularidad es trascendental en animales que no sólo deben subsistir sino producir en el medio tropical.

Rusticidad

Si bien los suelos del valle del Sinú producen buenos pastos, el ganado romo se considera rústico por su respuesta a las condiciones desfavorables que pueden darse allí o en otros ambientes similares donde se lo explota. Pues aunque la zona es fértil, hay épocas extremas, como el verano, cuando escasean los forrajes o el agua; o el invierno, que termina inundando buena parte del Sinú. En ambas, el romo saca a relucir las condiciones que le permiten permanecer sano y ajustarse a condiciones adversas.

Dicha rusticidad ha quedado ampliamente probada en regiones diferentes al Sinú, como los Llanos Orientales o el Magdalena Medio, cuyas condiciones son inferiores y donde el romo ha dado excelentes resultados.

Fertilidad

Los expertos en la raza aseguran que esta es la cualidad más preciosa, que se manifiesta en todas las zonas donde se le cría. Gustavo Hernández, del Ica, reportó haber encontrado en Turipaná en 1385 observaciones, un intervalo de 373,6 días entre partos; 54,3% de dichos intervalos fue menor de 365 días, es decir, muy cerca del ideal de una cría por vaca y por año.

Esta fertilidad se manifiesta tanto en la regularidad de los calores y la fácil fecundación de las hembras como en la calidad del semen y en la potencia reproductora de los machos.

Resistencia

Esta cualidad le permite defenderse de enemigos como parásitos gastrointestinales y pulmonares y de los protozoarios trasmitidos por la garrapata.

Mansedumbre

El romo es tranquilo y dócil; a diferencia de otros animales que no han sido cogidos o amarrados desde su nacimiento muestra un temperamento calmado ante sus manejadores. Es decir, no hay romos bravos o ariscos, como en otras razas cuando no han sido permanentemente manipuladas.

Longevidad

No es extraño hallar vacas romas con 15-16 partos normales. Por ello, cuando se habla de su longevidad se cita el caso de una de 23 años que fue vendida en Turipaná siendo todavía fértil a tan avanzada edad. Se puede calcular un promedio de 12 partos normales en la vida de una hembra romosinuana, cuya longevidad llega a 15 años, pastoreando gramíneas como todo alimento.

Habilidad materna

Esta cualidad se evidencia en la raza romosinuana cuando se comparan entre sí los cruzamientos con cebú retrocruza y recíproco. Según el Ica, ejemplares de cruce recíproco de 18 meses de edad pesaron 326 kg. frente a 305,8 de los de retrocruza, "lo cual se atribuye a la habilidad materna de las hembras romo, superior a la de las cebú".

Razas Bovinas Criollas y Colombianas. Banco Ganadero. ICA. Ministerio de Agricultura. Colombia. 1989.
El Ganado Bovino Ibérico: 500 Años Después. A.T. Primo. Archivos de Zootecnia. Brasil.
35 Años en la Ganadería Colombiana. Unión Nacional de Asociaciones Ganaderas. Bogotá. 1989.

 

© Carlos Crismatt Mouthon
 
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