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EDICION No 4452 SÁBADO 07 DE JUlIO DE 2007 - MONTERIA - COLOMBIA

Somos un país de desalmados

Toño Sánchez Jr. Por TOÑO SÁNCHEZ Jr.

(V)

Estamos todavía en el gobierno de César Gaviria. Pablo Escobar Gaviria convirtió su inexpugnable cárcel, ’;;La Catedral’;, en un santuario para el crimen. Para las autoridades estaba vedado entrar a la prisión, se necesitaba del permiso exclusivo del ’;;Patrón’;, no del Presidente. En fin, era más fácil entrar al Vaticano a besar el anillo del Papa. No se sabrá jamás cuántos crímenes se habrían podido evitar si el Gobierno hubiese atendido con prontitud las denuncias de que el mafioso seguía delinquiendo desde la prisión. Haber afrontado con verdad y transparencia la negociación que se hizo con el capo del narcotráfico hubiese también impedido el nacimiento de un grupo de ajusticiamiento llamado ’;;Los Pepes’;. Que no eran otros que las mismas Autodefensas nacidas en 1984.

Entre la noche del 21 y 22 de julio de 1992 el mafioso se voló de la cárcel ’;;La Catedral’;. La reacción inicial del Gobierno fue silencio, censura y presión a los medios. No olvidemos que el ministro de Comunicaciones era William Jaramillo Gómez y el Secretario Privado era el periodista Miguel Silva, este último goza hoy en día de los más apetecidos contratos de asesoría con el Estado. El jueves 30 de julio 1992 César Gaviria dijo a los periodistas: “Usaré todos los medios para capturar a Escobar”. A los pocos días su ministro de Defensa, Rafael Pardo, viajó a Medellín y les dijo a los oficiales del Bloque de Búsqueda: “La orden del Presidente es acabar con el Cartel de Medellín como sea”. La dimensión de estas palabras abrió la posibilidad de aliarse con quien fuese, con tal de acabar con Escobar.

El 31 de enero de 1993 ’;;Los Pepes‘hacen su primer pronunciamiento oficial, a pesar de que venían actuando desde que el capo se había fugado de ’;;La Catedral’;. Operaban como informantes del Bloque de Búsqueda, ya que muchos habían ido a la Fiscalía a colaborar con la justicia a cambio de beneficios. Aunque parezca increíble, Pablo Escobar, al momento de su fuga no tenía ninguna orden de captura o condena, por lo que hubo que hacer un arreglo con ’;;Los Pepes’;, para que le apareciera un delito (¡!) y así poder expedir una orden de aprehensión. Los otros que apoyaron a las autoridades y Gobierno fue el Cartel de Cali. En este Gobierno sí que se aplicó al pie de la letra el adagio: el enemigo de mi enemigo es mi amigazo.

Escobar cae el 2 de diciembre de 1993. Para esa época también termina el accionar de la primera generación de autodefensas. Fidel Castaño continúa con unos muchachos, que más bien parecían un grupo de escoltas que le servía para cuidarlo a él y sus propiedades. En enero de 1994, en unos confusos hechos, Fidel Castaño Gil muere en Urabá, en un combate con unos guerrilleros. Carlos Castaño, su hermano, cita en ’;;Montecasino‘a una reunión, allí llorando cuenta lo acontecido y pide vengar el crimen. Uno de los presentes le dice, “no sea güevón, eso no lo podemos hacer, ya no tenemos la fuerza de antes”. Apenas eran como 40 hombres, sin el dinero y las armas suficientes. Concluyen mantener el discurso de que Fidel Castaño está vivo para que les sirva como un seguro de vida.

Por su parte, el Gobierno no busca afrontar el problema de la violencia ni retomar el control de los territorios que Epl y autodefensas dejaron. Tampoco tiene una política clara y contundente contra el narcotráfico. La prueba es que Córdoba, entre 1990 y 1993 se convirtió en el mayor despachadero de cocaína para el mundo. Según reportes de las autoridades, en ese período se incautaron más de 38 toneladas de droga, lean bien la cifra, no quiero irrespetar su inteligencia, pero son más de 38 mil kilos de ’;;perico’;. No existen cifras de cuántos embarques salieron. Teníamos un Estado tan indolente para con esta región, que nos obligó a convivir con el narcotráfico. Pregunto, dónde estaban los catones molares del poder central en esa época de bárbaro ’;;traqueteo’;. En qué ayudaron a los cordobeses.

En Córdoba lo qué había era guerrilla, paramilitarismo, autodefensas, combos de sicarios, narcotráfico y corrupción pública. Fenómenos desestabilizadores que confluían en un mismo momento. Pero el Estado, conducido por Gaviria y su ’;;kinder’;, miraban para otro lado. Pero hoy nos tratan como parias, cuando en realidad lo son ellos. Tuvieron en sus manos el poder político, policivo, militar e institucional para evitar que los violentos se tomaran a Córdoba y no hicieron nada.

Entonces nació la segunda generación de autodefensas a manos de otro Castaño: Carlos. Pasaron de 40 hombres, en 1993, a más de 3 mil en 1997. Y a más de 30 mil en el 2006, cuando se desmovilizaron. No creo que hayan sido los cordobeses y unos políticos provincianos los que hayan propiciado este ’;;milagro‘de crecimiento y de reingeniería paramilitar.

La segunda generación del paramilitarismo nació porque Gaviria impuso entre su estilo de gobierno la ’;;cohabitación‘con los grupos al margen de la ley. La ’;;cohabitación‘nació cuando no se tuvieron los pantalones para enfrentar los fenómenos de violencia que nos agobiaban Los políticos le dicen eufemísticamente al estilo de la ’;;cohabitación’;: “darle manejo a la situación”.

Por su parte, los defensores de Gaviria Trujillo podrían decir que él sí atacó a la guerrilla, porque fue en su Gobierno que se montó la más grande operación militar contra el santuario de las Farc, la ’;;Toma a Casa Verde’;. Y esto es falso de toda falsedad. Esta operación se montó en el ocaso del período de Virgilio Barco Vargas y fue en su presidencia cuando se realizó el ensayo de cómo sería la operación. La demostración se hizo a inicios de marzo de 1990 en la Base Militar de Tolemaida. Por otra parte, esa acción militar se hizo tan conocida que cuando se ejecutó, en el Gobierno Gaviria, lo único que encontraron fue unas gallinas y unos marranos.

Gaviria creyó que con la Constituyente, la Apertura Económica, la negociación con Escobar y su posterior muerte el país debía exaltarlo como el mejor presidente de Colombia. Pero en Córdoba no había razón para que creer que así fuera. Los únicos que aquí pensaban lo contrario eran los políticos que lo apoyaron y que se repartieron el botín burocrático.

Ya se está hablando de una tercera generación de autodefensas. Se dice que son diferentes grupos que están operando en algunas regiones del país. Lo más probable es que alguien termine agrupándolos, para convertirlos en otra poderosa autodefensa. Y coincidencialmente hay por fuera del proceso de paz una persona que tiene el poder y los medios de lograrlo. Se trata de otro Castaño Gil. Existe el riesgo que esta tercera generación no tenga como prioridad la lucha antisubversiva. Todo esto para concluir, entre otras cosas, que en Colombia no existe una verdadera intención de hacer la paz con los grupos de autodefensas, pareciera que conviniera más tenerlos activos, para poder justificar ciertas políticas de Gobierno y de Estado.

Para terminar, siguió Ernesto Samper, 1994-1998, y Andrés Pastrana, 1998-2002. Del primero, soy de los que considero que sí sabía de 'aquello', por lo que fue un período de gobierno ilegítimo, en el que todo el mundo sacó provecho, hasta los medios de comunicación. Que yo sepa nadie devolvió la plata que pautó Samper en publicidad. Del segundo, podría decir que entregó casi el país a las Farc a cambio de nada. Con Pastrana las autodefensas crecieron desmedidamente, ya que muchos las veían como las únicas que podían detener a las Farc, pero esta historia a su debido momento. Mil gracias por su atención.

 

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