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Los 'basuriegos' sitian a Montería

Por: Carlos Crismatt Mouthon


Basuriego en las calles de Montería

 

El de los "basuriegos" es un problema complejo que incluye agresiones, raponazos, robo de contadores de servicios públicos, hurtos a viviendas y locales comerciales, basuras regadas en las calles y miedo colectivo.

Es difícil tratar un tema en el que están de por medio seres consumidos por las drogas, pero que tienen iguales derechos a los demás colombianos. Y este es el meollo de la cuestión, ya que los privilegiamos por su condición y se nos olvida que existe también el derecho de la mayoría a vivir con seguridad y tranquilidad.

El Caso de las Basuras

Hace algunos años se crearon los cimientos de un proceso de reciclaje de las basuras por parte de las personas que se dedicaban a recoger los desechos, tanto en las calles como en los basureros municipales. Pero lo que inicialmente era realizado por personas humildes, que no tenían otra salida a sus necesidades básicas, fue retomado poco a poco por personas con problemas de drogadicción, que fueron apareciendo por Montería sin que nadie se diera cuenta.

En el paisaje de la ciudad, los antiguos ‘locos’ -personajes típicos como ‘Bejuquillo’ y ‘Barrabás’- fueron sustituidos por los llamados "basuriegos", que hacían su rebusque diario en las diferentes calles para obtener el ingreso con el que sostener el "vicio".

Pues bien, nadie estaba en desacuerdo con que ejercieran libremente su actividad. Incluso, en las casas se hacía la separación de la basura, en una bolsa los residuos de la comida y en otra los papeles, vidrios y plásticos. Lo malo fue que al llegar los nuevos recolectores con su carga de drogas en la cabeza, comenzaron a esparcir todo el contenido de la basura en los andenes, recogiendo lo que les interesaba y dejando el resto tirado. Como nos podemos imaginar, esto convirtió las calles de la ciudad en muladares.

Además, la actitud hostil frente a los reclamos iniciales -fruto de su estado mental- hizo que las personas comenzaran a rechazarlos y a ‘sacar la basura’ otra vez revuelta.

La Empresa de Recolección de Basuras

Aquí tiene una gran dosis de responsabilidad la empresa encargada de recoger la basura. Si existiese una concertación con la ciudadanía para establecer horarios de recolección, y si también hubiese cumplimiento en el paso de los camiones recolectores, se reduciría este grave problema de salubridad y de contaminación visual.

En cambio, lo que campea es la informalidad. Los camiones pasan cuando quieren y recogen lo que quieren. Si hubiese eficiencia, si no existiese basura para recoger por parte de los "basuriegos", sería mejor la visión limpia y aseada de nuestras calles.

Ahora bien, para quienes sí viven por necesidad de la recolección de materiales reciclables, sería bueno que la autoridad competente les haga un censo y les procure una manera alternativa de realizar su labor.

La Inseguridad de las Rejillas y Cajas

Pero los peor es que -alentados por la plaga de los reducidores que compran todo lo robado-, los "basuriegos" han ampliado su ‘oferta de servicios’ con los contadores de gas y de agua, amparados en la poca seguridad que tienen estos elementos. En el caso de los contadores de agua el modus operandi es que utilizan las bolsas o cajas que tienen basura para colocarlas encima de ellos y simular que las están clasificando, cuando en verdad se los están robando.

Cuando se retiran rápidos del sitio de robo, queda como evidencia el chorro de agua que pronto inunda las calles circundantes. Si al día siguiente es hábil, hay posibilidades que Proactiva intervenga. Pero si es un sábado, con puente incluido, son por lo menos cuatro días de sequía en la casa, y desperdicio en la calle.

Para los medidores de gas, hay otra forma de actuar. El "basuriego" simula que va a dormir en la terraza o sitio donde está el contador, y de esta manera tiene el suficiente tiempo para -con paciencia de relojero- limar el candado o desprender de la pared las patas de la caja.

El problema de las rejillas del gas es que fueron hechas con varillas delgadas que no resisten la presión para doblarlas, e instaladas de tal manera que se arrancan fácilmente de la pared con una palanca. Y ni hablar de los candados, que estos señores abren con facilidad e incluso les cortan su gancho con hojas de sierra o con limas. Ni los candados de marca, tan alabados en las propagandas, se resisten al embate de estos personajes.

Igual sucede con las cajillas de los medidores de agua. Las viejas cajas tienen tapas de aleaciones que resisten el paso del tiempo, tal como se observa en las fechas grabadas de las que aún subsisten en Montería. Su problema grave es que el sistema de cierre es un simple perno con gancho que gira fácilmente.

Algunas víctimas de los robos se han visto en la necesidad de colocar una barra de hierro atravesada sobre la tapa y asegurarla con un candado. Otros han instalado rejillas de hierro forjado que cubren a su vez toda la tapa, y las cierran igualmente con candados. Pero a su vez, los candados son violentados, y esto se convierte en un círculo vicioso.

En otras oportunidades los "basuriegos" también se roban estas tapas. Entonces el panorama se complica, ya que las barras metálicas, las rejillas y los huecos dejados por las tapas robadas se convierten en un peligro para los peatones.

La Solución de Proactiva peor que la Enfermedad

Al hacer la denuncia ante Proactiva -la empresa prestadora del servicio de agua en Montería-, la solución que se le presenta al usuario es la de cambiar la antigua caja por una nueva. Al principio todos caen en el engaño, ya que la cajita pintada de azul es más bonita y su diseño -en teoría- desalentaría a quienes pretendan robarse los contadores.

Pero todo es una ilusión. Las cajas nuevas son hechas de hierro colado, cuyas tapas no resisten un golpe dado con el talón del pie de los "basuriegos". Y otra vez regresamos al mismo cuento, pero agravado, ya que ahora no solamente se roban el contador, sino que también dañan la caja nueva que le tocó pagar de su bolsillo al desprotegido usuario.

Y como el hierro colado no se puede soldar, el caso es de pérdida total. Porque ahora el usuario tiene doble gasto, el contador robado y la caja de hierro colado de color azul dañada. Como quien dice, ‘en gancho’.

Una corta caminata por el centro de Montería, con la mirada al piso, nos mostrará las secuelas de este problema que se dejó crecer por parte de las autoridades que tenían el deber de evitarlo. Y los peor es que todo sucede ante los ojos de los vecinos que ven paralizados cómo se roban los contadores, con el agravante de no poder enfrentarse a los "basuriegos" tanto por temor a sus reacciones violentas como a sus represalias en los siguientes días y meses.

Igualmente, debe considerarse el impacto en la economía familiar, ya que el valor de cada contador y de cada cajilla está por encima de los doscientos mil pesos. Pero además hay otro fenómeno, y es que estos robos y sus costos directos no están en las estadísticas oficiales sobre la delincuencia en la ciudad, ya que las gentes escépticas y resignadas ante la indiferencia de las autoridades prefieren callarse y no denunciar. Pero sería bueno que las empresas de servicios públicos divulgarán cuántos medidores y cajas azules ha instalado en el último año debido a los robos.

Por último, otro de los puntos importantes es la repercusión en la seguridad de quienes utilizan los andenes de la ciudad, pero especialmente de las personas adultas, los niños y los discapacitados, ya que las aceras, además de deterioradas y sin cumplir con las normas de Ley, también presentan -como se dijo antes- numerosos y peligrosos huecos. No mirar este problema y aplazar su pronta solución, es un acto de crueldad y de irresponsabilidad.

Dos Consejos para Hacer Difícil el Robo

De la experiencia acumulada en estos largos meses de continuas fechorías, se han puesto en práctica dos soluciones para hacer más difícil el robo de los medidores.

En el caso de las rejillas del gas, hay que mandar a hacer una nueva con las varillas más gruesas, con patas más largas para mejor anclaje en la pared y de forma enteriza, es decir que no tenga la puerta que se asegura con el candado. Y si ya se hizo más gruesa pero con puerta, hay que buscar al soldador para que le aplique unos puntos de soldadura de tal manera que no se pueda abrir.

Para la caja del medidor de agua, ya sea de las viejas o de las nuevas de hierro colado azul, el secreto está en echarle mezcla de cemento bien diluida hasta que cubra el medidor, dejando sólo la parte superior de la lectura. De esta manera, al secarse totalmente el cemento, el "basuriego" no podrá agarrar el medidor y jalarlo con fuerza para que se desprenda.

Bueno, ¿pero que pasa si hay que cambiar por daño el medidor? La solución es picar la pared en el caso de la rejilla del gas, o el cemento del piso cuando se trata de la caja del medidor de agua. Este trabajo es muchísimo menos costoso que reponer frecuentemente el medidor robado.

Ampliación del Portafolio de Cosas Robadas

Ante el éxito de su empresa criminal, cada día los "basuriegos" se han vuelto más osados. Sin ningún miedo, y a pleno día de un domingo, se les ve arrancando las caretas de hierro de los aires acondicionados. O forzando las caretas de las ventanas de negocios cerrados, para llevarse lo que encuentren por delante. Y hasta ingresar a conjuntos cerrados para forzar puertas y ventanas, a fin de robar lo que sea.

Pero el acto de magia es que como son "basuriegos" tienen el derecho de llevar sacos o cajas grandes, de tal manera que lo robado lo esconden allí y lo pasean sin miedo frente a los ojos de todo el mundo.

La Autoridad con la Manos Atadas

De lo registrado por la prensa y de los testimonios de los agentes del orden, se desprende que es poco lo que se puede hacer para resolver este problema.

En primer lugar, el estado mental a causa del consumo por largo tiempo de las drogas alucinógenas hace a los "basuriegos" inimputables, un término jurídico para definir a aquellas personas a quienes los jueces no pueden achacar un delito porque no están en sus cabales. Más demoran los policías en capturarlos, que los jueces en soltarlos.

Dice nuestro Código Penal, que ‘Es inimputable quien al momento de ejecutar el hecho legalmente descrito, no tuviere la capacidad de comprender la ilicitud o de determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez psicológica o trastorno mental’.

Por otro lado, existe también el problema del valor de lo hurtado ya que si se considera que es un delito de menor cuantía -y a pesar de ser reincidentes-, el "basuriego" es enviado nuevamente a la calle para que continúe en sus andanzas.

En segundo término, si bien los "basuriegos" no pueden ser juzgados y condenados a penas privativas de la libertad, no es menos cierto que para estos casos la Ley prevé tratamientos en sitios especializados, pero que desafortunadamente Montería no los posee. La verdad es que la mayoría de ciudades en Colombia están en una de estas dos situaciones, las que no lo tienen, o las que teniéndolos están saturados.

Y aquí cabe el comentario de porqué en Montería aparecen de vez en cuando estos ‘viajes de locos’, y es que las malas lenguas aseveran que en las ciudades del interior -en donde el problema también se les creció- los recogen y los embarcan en camiones de ganados para que los vayan bajando en sitios donde los autoridades no responden con prontitud a estas acciones deshumanizadas e ilegales. Porque no es ético ni legal, que en forma subrepticia se trate de resolver un problema con el simple expediente de endosárselos al más pendejo.

Y, ¿de los Reducidores qué?

Otro aspecto que destaca la ciudadanía monteriana, es que a estas alturas del paseo, a pesar de los continuos robos de cables y contadores para ser cambiados por ‘vicio’, los cuerpos de inteligencia del Estado no se hayan percatado de quién o quiénes son los reducidores de estos elementos robados, que tienen su sostén en el alto precio del cobre que se extrae de ellos, debido a su escases en el mercado nacional.

Pues bien, si no podemos romper la cadena por el lado de los "basuriegos", hay que hacerlo por el lado de los reducidores. En una ciudad aún pequeña y fácil de vigilar, ya que los sitios de venta de drogas alucinógenas deben estar focalizados e inventariados, una campaña de judicialización de estos reducidores haría inefectivo el robo de los contadores, ya que a su vez desestimularía a los "basuriegos" que solo lo hacen para ‘comprar vicio’.

Y,¿de Electricaribe, Proactiva y Surtigas qué?

Cuando nuestras ciudades aún eran villas apacibles, en las que era posible caminar en la madrugada sin que nada pasara, valía que el sistema de instalación de los medidores por parte de las empresas de servicios públicos fuera en plena calle.

Y,¿cuál era la razón? Pues la simple facilidad para los empleados de las empresas de servicio públicos para ‘leer los contadores’. Es decir, era una imposición por parte de las empresas, que se volvió costumbre porque los usuarios no tenían problemas con la seguridad. Y de esta manera el usuario terminó siendo responsable del costo de los medidores cuando estos eran robados.

Con la actual situación de inseguridad que vive Montería, no se oye ni se ve por ninguna parte una propuesta de las empresas prestadoras de servicios públicos para cambiar el esquema actual de ubicación de los contadores, de tal manera que sean instalados en sitios más seguros, ya sean elevados, empotrados en cajas de seguridad o dentro de la vivienda. De esta manera sí sería razonable hacer responsable al usuario por su seguridad.

Como ejercicio, hagamos una pregunta. ¿Qué pasaría si las empresas de servicios públicos fueran las que corrieran con los costos de los medidores robados? La respuesta es esa que están pensando, les pedirían a los usuarios que se los dejaran instalar en el interior de sus casas.

La Era de la Telemetría

El adelanto en las tecnologías ha llevado al punto de poder hacer lecturas remotas de los contadores de servicios públicos -la telemetría-, lo que evita que los funcionarios estén en la calle para su lectura, con el plus de otros beneficios, como una mayor precisión -ya que se elimina el factor humano- y mayor rapidez en los procesos de facturación. Ya es un hecho que en muchas ciudades capitales se han instalado medidores telemétricos para el servicio de energía eléctrica.

Un caso digno de mencionar es el de Bogotá, en donde se tomó la decisión de cambiar los medidores de agua de cobre por medidores de agua de plástico no reciclable. Una de las teorías -parece que cierta- era que se robaban los medidores de cobre para fabricar los que la empresa de acueducto mandaba a fabricar por efectos de esos mismos robos. Al hacerlos de plástico no reciclable, se desmotivó la compra por parte de los reducidores, ya que no era ‘negocio’ adquirirlos por cuanto se había roto el círculo vicioso. Pero, además, estos medidores de plástico vienen listos para instalar el sistema telemétrico

Claro, que sería iluso pensar que las empresas de Montería estén pensando en eso. Pero, ojalá nos equivoquemos.

En Busca de un Final Feliz

Estamos, pues, en mora de acometer con prontitud la solución de este complejo problema, que tiene con los pelos de punta a los habitantes de Montería. Somos conscientes de los derechos de estos desamparados de la sociedad, y abogamos por una solución integral y con dignidad. Pero también nos ratificamos en que unos pocos no pueden sitiar a una ciudad, ya que debe primar ante todo el interés colectivo.

Por separado, los responsables de la solución de este grave problema social se declaran ‘amarrados’ por la Constitución y las Leyes para tomar medidas en contra de los "basuriegos". Pero una sociedad no puede rendirse ante los problemas que la aquejan, y -por el contrario- las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, la justicia, los concejales y diputados, los congresistas, las directivas académicas y las agremiaciones profesionales y de comercio -entre otros-, deben reunirse en un gran foro para lograr una solución que nos salve de la catástrofe y podamos dormir tranquilos.

¿Basuriegos?

Sobre el término "basuriego" -que es utilizado por periodistas como Daniel Samper Pizano-, en la columna Taller del Idioma del Diario del Otún -www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/taller-del-idioma-100621.html- se hace la precisión que si bien no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, su construcción es válida ya que las palabras derivadas o compuestas no necesitan estar en él para ser correctas, basta que estén los elementos que la conforman. Y "basuriego" se forma del sufijo "-iego" -utilizado en adjetivos que expresan ‘pertenencia‘- y de la raíz "basur-", formando una palabra cuyo significado es ‘la persona que se relaciona con la basura’.

En un estudio del Instituto Caro y Cuervo sobre el Habla de Bogotá aparece ‘basuriego‘ como un término utilizado por el nivel alto de la población -cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/53/TH_53_003_282_0.pdf-.

En el diccionario de la Real Academia Española -wwww.rae.es- existe la palabra ‘basurero‘ que designa tanto a la ‘Persona que tiene por oficio recoger basura‘, como al ‘Sitio en donde se arroja y amontona la basura‘. Por eso creemos que el nombre de "basuriego" es más apropiado.

© Carlos Crismatt Mouthon - Montería, enero 16 de 2011

GALERÍA DE FOTOS

UNA CAJA SOBREVIVIENTE DE 1954

LOS BASURIEGOS EN ACCIÓN

LA DEBILIDAD DE LAS CAJAS AZULES

TRES CONTADORES RECIÉN ROBADOS

LAS CAJAS CONVERTIDAS EN TRAMPAS

LA PROTECCIÓN CONVERTIDA EN TRAMPA

 

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