[Publicado en la Revista Literaria Baquiana]
PERSONAJES:
1) PEDRITO: cuentero de gran imaginación.
2) MARÍA: planchadora, esposa de Pedrito.
3) BANDERÍN: vago del pueblo.
4) FABIOLA: tendera y dependiente de cafetería.
5) CERÓN: contertulio.
6) ROSENDO: contertulio.
(La escena está compuesta
de tres espacios, en los que se jugará con luces. La mitad de la
escena la ocupa una tienda de alimentos de pueblo (a la derecha) que
consta, al frente de un mostrador con frascos, y al fondo de
anaqueles en donde Fabiola -la dueña-
almacena las mercancías. En la tienda se expende también café
y bebidas frías, que los clientes consumen frente a una mesilla de
poca altura sentados sobre bancos sin espaldar. Junto al mostrador,
hay un teléfono de pared que funciona con monedas. Al extremo
derecho, más allá de la tienda, está el espacio en el que
María --la mujer de Pedrito-- plancha ropa por encargo.
Un solo bombillo ilumina el espacio con una mesa de plancha,
implementos propios de la labor, un taburete y un canasto de
esparto. Y en ese mismo extremo derecho, pero adelante, casi contra
el borde del escenario, una tablilla --a manera de
flap-- en la que se lee: “Orinal”. Al subir el telón o
encenderse las luces, únicamente el espacio de la tienda-tertulia
está iluminado. Fabiola aparece detrás del mostrador de la tienda, y
algunos clientes han llegado a la tertulia de la mañana, sin haber
aún ordenado de beber).
FABIOLA
(A PEDRITO)
¿Qué dices? ¿Por qué es que no te gusta venir aquí,
Pedrito?
PEDRITO
Ya lo he
dicho: porque esta gente (SEÑALA A LOS CONTERTULIOS) nada le cree a
uno.
CERÓN
¡No digas eso
Pedrito! Nosotros creemos todas tus verdades.
ROSENDO
Tus verdades
de Hollywood en technicolor. (PAUSA) Aunque, algunas verdades
las dices en blanco y negro. (OTRA PAUSA) Pero, pensándolo bien
....tus verdades, Pedrito, son más bien en negro y negro, porque...
¡con esa cara!
(PEDRITO SE LEVANTA. SOBRE ÉL SE ENCIENDE UNA LUZ FUERTE. DECAE EL RESTO DE LA LUZ EN LA ESCENA CASI HASTA LA OSCURIDAD. CAMINA HACIA EL PUBLICO, LA LUZ LO SIGUE. PEDRITO SE PLANTA AL BORDE DEL ESCENARIO).
PEDRITO
(MIRANDO AL
VACÍO) Ahora que los veo a ellos aquí reunidos en la tienda,
hablándome, y a Rosendo recordándome que soy negro, me pregunto en
silencio: ¿qué tiene de malo serlo?
(PEDRITO DA MEDIA VUELTA, CAMINA A SENTARSE DE NUEVO EN LA TERTULIA. SE APAGA LA LUZ FUERTE. VUELVE LA CLARIDAD A LA ESCENA EN LA TIENDA)
ROSENDO
Oigan
muchachos, ¿y qué tal si tomamos café?
CERÓN
Oye, Rosendo,
tú no piensas más que en tomar café. Es mucha la tomadera de café
que te ha entrado..., ¿eh? Te has tomado cuatro tazas desde que
llegaste, y ahora quieres más.
ROSENDO
¿Qué tiene de
malo? Me gusta el café, ¿a ti no te gusta el café,
Pedrito?
(PEDRITO PERMANECE SENTADO MIENTRAS LA LUZ DE LA ESCENA DECRECE Y VUELVE A CAER SOBRE ÉL EN UN CHORRO BRILLANTE).
PEDRITO
(AL VACÍO) Me
pregunta si me gusta el café, y le voy a
responder...
(DESAPARECE EL CHORRO DE LUZ SOBRE PEDRITO Y VUELVE LA LUZ A LA ESCENA).
PEDRITO
Claro que sí,
me gusta el café. Mucho. Deberíamos tomarnos otro,
¿no?
CERÓN
Bien: tomen
ustedes dos. ¡Fabiola!
FABIOLA
(QUIEN HA
ESTADO ENTRETENIDA EN EL ARREGLO DEL MOSTRADOR, SE VUELVE)
¿Sí?
CERÓN
Trae dos
cafés para estos dos: Pedrito y Rosendo (LOS SEÑALA). Yo no
beberé esta vez.
(DECAE LA LUZ EN LA ESCENA. CHORRO DE LUZ SOBRE PEDRITO, QUIEN CAMINA A PLANTARSE AL BORDE DEL ESCENARIO, FRENTE AL PÚBLICO. EL CHORRO DE LUZ LO SIGUE).
PEDRITO
(MIRANDO AL
PÚBLICO, COMO AL VACÍO). Ahora vamos a tomar café él y yo; él,
quien me trata de negro, como si eso me ofendiera. El, de quien yo
pienso que es tan negro como yo, pero de quien me diferencia el
hecho de que no lo reconoce. Siempre he pensado que habrá de
llegarse la oportunidad de decírselo a la cara, pero imaginando,
imaginando. Y si no estoy errado, hoy se ha llegado esa oportunidad.
Ya he empezado, en este instante, a fabricar la historia con que lo
haré pedazos; sólo espero a que me insinúe...
ROSENDO
(AUN EN
PENUMBRA). Oye, Pedrito... (DESAPARECE EL CHORRO DE LUZ SOBRE
PEDRITO, QUIEN EMPIEZA A CAMINAR HACIA SU BANQUILLO EN LA TERTULIA.
REGRESA LA LUZ A LA ESCENA). ...¿por qué estás tan
pensativo?
CERÓN
(A ROSENDO)
Sí, está elevado... pero sospecho que alguna maldad está
planeando.
FABIOLA
(SALE DESDE
DETRÁS DEL MOSTRADOR CON DOS TAZAS DE CAFÉ, LAS COLOCA SOBRE LA
MESITA QUE ES CENTRO DE LA TERTULIA). Dos cafés. (REGRESA A
CONTINUAR TRABAJANDO SOBRE LAS ESCASAS MERCANCÍAS DEL
MOSTRADOR).
PEDRITO
(YA EN SU
SITIO). No, hombre, qué va. Estaba pensando en lo que me sucedió
hace unos días en la hacienda de Rosendo.
CERÓN
(EMOCIONADO).
Oye, Rosendo: la arremetida va contra ti. (SE FROTA LAS
MANOS). Aja, ¿qué te pasó? A ver, cuenta, Pedrito, cuenta. (A
ROSENDO) Estoy seguro de que va a salir con una de esas barbaridades
que se inventa.
Ya verás.
PEDRITO
No, no es
invención. Eso pasó, tal como se los voy a contar.
CERÓN
Cuenta,
cuenta, Pedrito.
FABIOLA
(SE HA VUELTO
DE REPENTE HACIA LA TERTULIA, MANIFESTANDO INTERÉS POR LO QUE VA A
SER LA NARRACIÓN DE PEDRITO. MIRA HACIA LA TERTULIA CON OJOS
BRILLANTES). Dale, Pedrito. Cuenta. ( SE APOYA SOBRE EL MOSTRADOR...
DISPUESTA A ESCUCHAR).
PEDRITO
(PIENSA POR
UNOS INSTANTES Y HABLA). Bueno: iba yo el otro día a visitar a
Rosendo en su hacienda... (EMPIEZA A BAJAR LA INTENSIDAD DE LA LUZ
EN LA ESCENA Y A CRECER LA DEL CHORRO BRILLANTE SOBRE PEDRITO, QUIEN
ABANDONA LA TERTULIA MIENTRAS HABLA Y VA A PARARSE DE FRENTE AL
PÚBLICO AL BORDE DEL ESCENARIO. NARRA ACCIONANDO)... Ustedes
saben que eso por allí, por la finca de Rosendo, es plano como una
mesa de billar, e iba yo en mi caballo, plaque-plaque,
plaque-plaque, plaque-plaque, venía la brisa del mar, suave, así,
trayendo un olor como de perfume de coco, y jugaba con las ramas,
qusssshhh, como si al mundo le hubieran colocado cascabeles en la
copa de todos los árboles. El sol brillaba, así, a lo lejos, cortado
en el horizonte, y parecía que alguien hubiera pintado las nubes con
jugo de naranja... Cuando de repente, oí una voz que cantaba cerca
de mí y de mi caballo:
Ay, mamá Inés... (USANDO LA MELODÍA DE LA CONOCIDA CANCIÓN)
Corchero, mi caballo, se paró en seco, cerró los ojos y buscó con las orejas la voz que cantaba:
Ay, mamá Inés...
Yo miré para todos lados, buscando a la dueña de la voz, pero nada, no había nadie. Ustedes saben que la hacienda de Rosendo es plana, como un mundo sin montañas.
Ay, mamá Inés...
...seguía cantando la voz. Una voz de mujer; dulce, como la de Celia Cruz, la cantante cubana, pero más fina:
Ay, mamá Inés...
Yo miraba para atrás, para un lado, para el otro, para adelante, nada. Y la voz:
Ay, mamá Inés...
¡Qué cosa tan extraña!, me dije. No hay nada por aquí: ni bosques, ni grandes árboles, ni cerros, nada. Solamente un pequeño arbusto de tunas, no muy alto, así de alto, como de medio metro. Y la voz:
Ay, mamá Inés...
Hasta que, ¿saben qué? Se me ocurrió ir a mirar detrás del pequeño arbusto de tunas, y ¿saben qué encontré? Encontré un pedazo de disco roto, un trozo de esos viejos discos sonoros de 78 revoluciones por minuto, de esos que fabricaban antes pero que ya no se hacen. Y, bueno, con la brisa que venía del mar, las ramas del arbusto se movían... y una de las espinas de la tuna pasaba por un surco preciso del disco, lo rayaba y...
Ay, mamá
Inés...
Ay, mamá
Inés...
...lo hacía sonar.
ROSENDO
(CON LA
PRIMERA FRASE DE ROSENDO DESAPARECE DE REPENTE EL CHORRO DE LUZ
SOBRE PEDRITO. VUELVE LA ESCENA DE LA TERTULIA A SU LUZ). ¡Oye,
Pedrito, qué mentira tan bien contada!
CERÓN
(MIENTRAS
PEDRITO REGRESA A SU SITIO). Oye, Pedrito...(APLAUDIENDO)... no lo
habías contado, ¿eh? ¡Qué cuento, caballeros, qué
cuento!
ROSENDO
¡Eso es tener
imaginación!
FABIOLA
(EMOCIONADA
DESDE EL MOSTRADOR) ¡Qué maravilla!
CERÓN
(CENTRANDO LA
ATENCIÓN) ¿Y entonces qué, Pedrito, qué
pasó?
PEDRITO
Pues... pasó
que me apeé del caballo, vi el trozo de disco ahí junto al arbusto
de tunas, y le di vuelta. Y la tuna volvió a ser movida por la
brisa, la misma espina rayó el respaldo del trozo de disco
y...
CERÓN
¿Y qué
cantó?
PEDRITO
Todos los
negros... (CANTA INICIANDO LA LÍNEA
DE LA CANCIÓN, CON LA MISMA MELODÍA)
CERÓN
(TERMINA LA
LÍNEA DE LA CANCIÓN, CON LA MELODÍA)... tomamos café... ¡Oye,
Rosendo, te mató Pedrito: te ha dicho negro...! ¡Negro,
Rosendo! (SE RÍE EN SU CARA), te ha dicho negro... ¡y te lo ha dicho
cantando!
FABIOLA
(DESDE SU
SITIO). ¡Ese Pedrito es necio, inteligente, vivaz! (APLAUDE
CON FERVOR).
ROSENDO
Bueno, ¿y
ustedes por qué saben que es conmigo?
CERÓN
Porque
ustedes dos son los únicos que están tomando café.
(BAJA LA LUZ
DE LA ESCENA. PEDRITO SE LEVANTA. CAE SOBRE ÉL UN CHORRO DE LUZ, QUE
LO ACOMPAÑA HASTA PLANTARSE FRENTE AL PÚBLICO).
PEDRITO
No sé de
dónde me salen a mí tantas historias; tampoco sé cómo hago para
inventarlas. Sólo sé que la imaginación es algo que me persigue
desde pequeño.
Ahora todo se repite: cuando niños, ellos jugaban al trompo y a las canicas conmigo en las esquinas y los corredores. Y mientras ellos discutían si la punta de los trompos partían mejor romas o afiladas y si la cuerda corta era mejor que la larga, y si las caucheras debían tener el elástico aguado para que funcionaran a la perfección, y si las bolas de uña americanas no se astillaban como las nacionales, yo me sentaba en la acera a pensar en otras cosas, a imaginar. Imaginaba los trompos con manos y piernas enrollándolos a ellos y poniéndolos a bailar, mientras yo vivía en la flora de colores de una descomunal bola de cristal que sólo era movida por la uña de Dios que jugaba a tiro largo con San Pedro en el infinito corredor del cielo.
A ellos nunca les gustó imaginar; por eso les ha ido bien en la vida, y Rosendo tiene fincas y haciendas, y Lucho un almacén y Farid dos acuarelas originales de un pintor famoso que una vez pasó por el pueblo, y Cerón es político y ha sido alcalde. Y así... A mí, la vida, en cambio, nada me ha dado, porque me gusta imaginar. Sin embargo, lo que nadie sabe es que la vida me lo ha dado todo, porque no necesito nada. Todo cuanto quiero lo imagino. Lo fabrico con la mente y allí queda, a mi servicio. (SUENA A LO LEJOS “PARA ELISA” DE BEETHOVEN).
Ese piano que suena allá a lo lejos es el piano del maestro Ramón Illán. Qué hermoso oírlo refrescar con sus notas el ardor de la mañana. Qué hermosamente toca el maestro Ramón Illán. Ni él mismo sabe cuánto me alegra que, después de tanto soñar su instrumento, luego de ahorrar tanto dinero de su sueldo triste de director de banda, por fin haya podido comprarlo. Hace apenas una semana que el piano le llegó de la Capital en un enorme empaque de madera que no cupo por la puerta de su casa. Entonces, hubo que desarmar la caja sobre la ancha muralla del puerto, y de entre el envoltorio de papel de cera y periódicos viejos, fue saliendo, pulido y relumbrante, el piano de cola. Nunca vi tan feliz a músico alguno. Allí mismo en la muralla lo destapó y lo afinó, y después lo estrenó tocando la misma melodía que ahora toca, pero a la vista del pueblo. Es tan bella la melodía que de seguro ha de haber sido compuesta por él para Elisa, su mujer.
Elisa, la esposa del maestro Ramón Illán, se parece mucho a María, mi mujer. Ambas entienden qué es soñar; al piano, o a la palabra... como yo.
Menos mal que el alcalde y el Concejo enviaron al maestro Ramón Illán a la Capital para que comprara los instrumentos nuevos de la Banda Municipal. De otra manera, el maestro Ramón Illán no hubiera podido viajar y usar sus ahorros para comprarse el piano, pues el solo viaje a la Capital vale casi... medio piano.
(PEDRITO REGRESA A SU SITIO, DESAPARECE LA LUZ SOBRE EL. VUELVE LA ESCENA DE LA TERTULIA A SU LUZ).
CERÓN
(PARECE
SEÑALAR EL SONIDO) ¡Oigan al maestro Ramón Illán! Está sentado
al piano.
ROSENDO
En una semana
va a aburrir a todo el pueblo. No se levanta del
teclado.
PEDRITO
¡Qué hermoso
toca, ¿verdad?!
ROSENDO
Sí, toca
lindo, pero también la coincidencia es linda.
CERÓN
¿Qué
coincidencia, Rosendo?
ROSENDO
Que el
Municipio lo haya mandado a la Capital a comprar los instrumentos de
la banda, y que después del viaje, la banda haya terminado armada de
instrumentos... y él de piano. Tú, como ex alcalde, bien lo
sabes.
PEDRITO
¡Oye,
Rosendo: no seas canalla...!
ROSENDO
¿Canalla? ¿No oyes lo que se comenta en el
pueblo?
PEDRITO
No, hombre,
esos son rumores malintencionados.
ROSENDO
Pues... yo te
cuento que siempre le pongo atención a los rumores, porque como dice
el dicho...
FABIOLA
(DE ESPALDAS
A LA TERTULIA, ARREGLANDO ALGUNAS COSAS EN EL MOSTRADOR). “...Cuando
el río suena, lleva un piano...”
(TODOS, MENOS PEDRITO, SUELTAN LA CARCAJADA).
(PEDRITO ABANDONA SU SILLA, LA TERTULIA LO VE IRSE HACIA EL BORDE DEL ESCENARIO. CAE LA LUZ DE LA ESCENA. CAE SOBRE PEDRITO EL CHORRO BRILLANTE. HABLA, NO SE SABE SI AL PÚBLICO O AL VACÍO)
PEDRITO
Dizque... “Cuando el río suena, lleva un piano”. Cada
cual juzga al otro por su propia condición. Maestro Ramón Illán:
continúe usted viajando al teclado de su piano, siga usted
refrescando con sus notas la vida ardiente de este pueblo, que lo
voy a defender. Nadie que sepa tocarlo con tanta dulzura, se roba
jamás un instrumento. Además, recuerde lo que usted me dijo un día:
“Pedrito: siéntate tranquilo allí donde se canta, pues la mala gente
nunca tiene canciones...”
(CUANDO ACABA DE RECITAR EL PARLAMENTO, PEDRITO SE HA SENTADO YA A LA TERTULIA. EL CHORRO DE LUZ SOBRE ÉL HA DESAPARECIDO Y HA VUELTO LA ESCENA DE LA TERTULIA A SU LUZ).
PEDRITO
¿Qué era lo
que comentaban ustedes sobre el maestro?
CERÓN
Que cuando el
río suena, lleva un piano.
PEDRITO
Pero lo que
ustedes no saben...
ROSENDO
¿Qué no
sabemos, Pedrito?
PEDRITO
Que ese piano
fue el regalo de su más grande admirador para el maestro Ramón
Illán.
CERÓN
¿De quién,
Pedrito?
PEDRITO
De su más
grande admirador.
ROSENDO
¿Por qué,
cómo es la cosa?
PEDRITO
(MIENTRAS
HABLA Y CAMINA A ACTUAR LA HISTORIA AL BORDE DEL ESCENARIO, LAS
LUCES CAMBIAN). Que yo recuerde, la historia es esta: una tarde a
las cinco, los pescadores habían armado un círculo de canoas frente
al pueblo. Solamente se Oía el rumor de la brisa y el latigazo de
las atarrayas sobre la piel del río: jhhuás. De repente, uno de los
pescadores intentó cobrar la atarraya, pero la sintió pesada. Tan
pesada, que tuvo que pedir ayuda. Cinco hombres más tiraron sus
redes y atarrayaron la carga del fondo, pero aún siendo tantos, no
la pudieron subir. Más hombres vinieron, tiraron más atarrayas, y
empezaron a halar. Y por fin, lloviendo agua por la cola y por la
tapa del teclado, rebozado por la rémora del mar y el verdín de lo
profundo, comenzó a emerger del río, envuelto en las redes, un piano
de cola.
Los hombres llevaron el piano hasta la muralla, removieron con toallas la rémora y el verdín, y después se preguntaron: “¿Y ahora qué hacemos?”. Alguien dijo: “Llamemos al maestro Ramón Illán, que es la única persona en el pueblo que sabe tocar el piano”. El maestro Ramón Illán apareció pronto, vestido de blanco y exhalando olores de alhucema, se sentó en un taburete frente al piano, destapó el teclado y en un gesto de virtuoso registró las notas: tarararán.... El piano estaba perfectamente afinado. Se frotó las manos, luego las empapó con el vaho de su aliento y empezó a componer una canción a su mujer.
El misterio sobre de dónde había venido el piano se esclareció después... cuando el maestro Ramón Illán levantó la gran tapa de la cola para que sonara mejor, y vio, dirigido a él, un sobre de papel de lino entre las cuerdas y los martinetes. Intrigado, tomó el sobre, lo abrió por uno de los costados y sacó de él una tarjeta escrita con impecables trazos de Palmer, que decía: “Desde el fondo de los mares, para el maestro Ramón Illán, de su amigo y admirador: John Smith, Capitán del Titanic...”.
CERÓN
(LAS LUCES
CAMBIAN DE GOLPE CON EL PARLAMENTO DE CERÓN)
¡Vaya al
diablo: qué imaginación!
PEDRITO
(CAMINANDO A
SENTARSE EN SU SITIO DE LA TERTULIA) ¿Cómo les quedó el
ojo?
ROSENDO
¿Qué
Cervantes ni qué ocho cuartos!
CERÓN
Pedrito,
carajo: ¡tú eres un genio!
ROSENDO
Yo sostengo
que si este país no empieza a poner atención a los genios como
Pedrito... va a caer sobre todos nosotros la espada de
Demóstenes.
CERÓN
De Damocles,
¡animal!
ROSENDO
De Demóstenes
o de Damocles es la misma cosa, amigo: en la época del Oeste todo el
mundo andaba armado.
(HAY CAMBIO DE LUCES Y PEDRITO VA DE NUEVO AL BORDE EL ESCENARIO, DE FRENTE AL PUBLICO).
PEDRITO
¡Como me
gusta imaginar! Me gusta decir las cosas como las digo, aunque a
veces parezcan mentiras. Yo no soy mentiroso, entiéndanme; es que me
gusta imaginar. Ese es mi oficio. A veces, imaginar no me produce
dinero, pero me pone a vivir. Soy de los que encuentra una gran
diferencia entre vivir del cuento y vivir para el cuento. Yo vivo
para contar, y soy feliz haciéndolo. Y creo que al mismo tiempo hago
feliz a mucha gente. No me importa que ellos traten o no de hacerme
feliz; para el contador de historias la felicidad se encuentra en la
felicidad de los demás. Ellos gozan con mis cuentos y eso me es
suficiente. Esto, ni son cosas mías ni lo digo yo solamente; por
ejemplo, en la conferencia que dictó ayer en el Colegio
Departamental de Bachillerato, el escritor Zapata Olivella dijo que
la función de la literatura era la de hacer más grata la existencia;
y que con literatura o sin literatura el mundo sería igual de
desastroso, pero un poco menos ingrato. En eso los cuenteros nos
parecemos a los escritores. . . en que pensamos de la misma
manera. María, mi mujer, también se parece a los
escritores.
(SE ENCIENDE, DE REPENTE, UNA LUZ AL OTRO EXTREMO DEL ESCENARIO. APARECE MARÍA PLANCHANDO ROPA SOBRE UNA MESA VIEJA Y CON PLANCHA DE CARBÓN. JUNTO A LA MESA, HAY UN BANQUILLO DE MADERA SOBRE EL QUE REPOSA LA ROPA YA PLANCHADA Y UN CANASTO DE ESPARTO CON LA ROPA LAVADA PARA PLANCHAR. UN BOMBILLO QUE PENDE DEL TECHO ILUMINA TENUEMENTE EL ÁMBITO. MARÍA ESTA VESTIDA CON ROPA DE DIARIO, DE ALGODÓN, Y ZAPATILLAS DE LONA. PEDRITO CAMINA HASTA DONDE ELLA PLANCHA, MIENTRAS EL RESTO DEL ESCENARIO PERMANECE A OSCURAS)
MARÍA
(HABLA A SU
MARIDO MIENTRAS ESTE TOMA DEL BANQUILLO LA ROPA PLANCHADA Y LA
COLOCA SOBRE LA QUE ESTA SIN PLANCHAR EN EL CANASTO. MARÍA CONTINÚA
ACCIONANDO LA PLANCHA SOBRE UNA CAMISA). Ya te he dicho, Pedrito,
que no me importa que seamos pobres, con tal de que tú tengas tiempo
para pasarte todo el día en la hamaca inventando historias.
PEDRITO
Me gusta eso
de ti. (SE SIENTA EN EL BANQUILLO A ESCUCHARLA)
MARÍA
¿Tú sabes lo
que significa el privilegio de que me las cuentes a mí primero,
antes que a nadie más?
PEDRITO
Mjm.
MARÍA
Y que cuando
bajes de la nube, pueda escuchar la voz hermosa de nuestros hijos
que salen cuadra abajo, gritando: “¡Corran, corran, corran, vengan
al patio de casa, que mi papá acaba de inventar una nueva historia.
. .!” ¿Sabes lo que es eso, la felicidad que eso
produce?
PEDRITO
(LA MIRA
COMPLACIDO). Mjm.
MARÍA
Eso no tiene
precio, Pedrito. (SUSPENDE LA ACCIÓN Y LO MIRA CON TERNURA). No
tiene precio, Pedrito, saber que después de que las inventas con mi
alcahuetería, tus historias empiezan a volar de boca en
boca.
(CAMBIO DE LUZ. EMPIEZA A DECRECER EN EL ESPACIO DE MARÍA Y A CRECER SOBRE LA TERTULIA. PEDRITO, EN EL CAMBIO DE LUZ, HACE EL TRANSITO, HASTA QUE QUEDA SENTADO EN SU SITIO DE LA TERTULIA)
FABIOLA
(DESDE EL
MOSTRADOR) Miren quién viene allá. (TODOS
MIRAN)
CERÓN
Nadie más ni
nadie menos que El Banderín.
ROSENDO
Mírenlo, hoy
viene vestido discretamente.
CERÓN
Ni tanto, ¿no
ves la camisa de piel de tigre que trae puesta, el cinturón
azul, el pantalón morado y los zapatos verdes?
ROSENDO
Bueno,
pero... para la manera como se viste normalmente, hoy está
decente.
ROSENDO
¿No lo viste
la semana pasada en la procesión de la Virgen del
Carmen?
CERÓN
¡Que si lo
vi! Iba vestido de bandera colombiana: camisa amarilla,
pantalón azul y zapatos rojos.
ROSENDO
Pero hoy
viene discreto. (IRÓNICO). Muy discreto, muy
discreto
(ENTRA EL BANDERÍN VESTIDO COMO LO HAN DESCRITO).
BANDERÍN
Aja,
muchachos, ¿qué cuentan?
CERÓN
Aja,
Banderín.
BANDERÍN
Oye, ¿ya van
a empezar de nuevo? (LOS IMITA) ¡Banderín!