Pertenece al nuevo libro para jovenes, editado por EDITORIAL VOLUNTAD/BEDOUT de Colombia para el mercado hispanoamericano.
1.-
En ciertas regiones naturales de la América del Sur, el clima es cálido en extremo. Pero ese clima, que muchas veces se hace fastidioso, es muy benéfico para la agricultura. Es una bendición para cultivos como el algodón, la caña de azúcar, el banano, el arroz y muchas otras plantas y raíces que sirven de alimento a los habitantes de muchos países.
2.-
Cerca de las mejores tierras para el cultivo de esos productos se han ido formando los poblados, porque la gente trabaja en las plantaciones y se alimenta de sus productos. Dentro de las grandes haciendas de cultivos se han construido casas y campamentos en los que viven los dueños de la tierra y sus trabajadores.
3.-
Un día, en la alcoba principal de una de estas imensas casas de campo, una hamaca que colgaba de dos horcones, quiso conversar con una cama que, posada sobre sus cuatro patas, ocupaba el mejor lugar de la habitación junto a la ventana.
4.-
-- Buenos días, amiga cama.
-- Buenos días, amiga hamaca.
-- Quiero decirte, querida amiga --dijo la hamaca a la cama--, que estuve pensando toda la noche sobre algo muy interesante.
-- ¿Sobre qué? - preguntó la cama
-- Sobre esto: que tú fuiste creada y fabricada para otras tierras, para otros climas y para otra gente.
5.-
-- ¿Yo? Tú estás loca --dijo la cama-- ¿No ves que mucha gente, casi toda la gente, me utiliza para acostarse, para descansar y para dormir? ¿Y no ves que, aunque me trajeron los españoles en los tiempos de la Conquista, ya soy fabricada en todos los lugares de esta América Latina?
6.-
-- Sí --respondió la hamaca--: es cierto, pero con todo y eso, tú no eres la respuesta para estos climas ardientes de las tierras bajas de nuestro Continente, como tampoco para este aire cargado de salitre ni para estas tierras sin caminos ni carreteras.
-- No te entiendo, amiga hamaca.
--Mira, amiga cama: te voy a explicar. Empecemos:
7.-
-- Tú eres un aparejo muy complicado. Para que alguien pueda dormir sobre ti, es necesario lo siguiente: una base con cuatro patas, un armazón de resortes, un colchón, una sábana, una sobresábana, cobijas, ponchos o zarapes, una cabecera y un piecero... y dos almohadas.
8.-
Además -continuó la hamaca--, eres intransportable. Para moverte de un lugar a otro se necesita por lo menos cuatro personas, y es preciso desarmarte y volverte a armar, y tus piezas sueltas a veces no caben por las puertas.
9.-
Fíjate, no más, todo el espacio que ocupas en la alcoba. Eres demasiado abundante. Cuando tomas posesión de una habitación, la inutilizas: sólo sirve para contenerte a ti. Si fueras recogible o plegable, como yo, la habitación que ocupas podría ser utilizada para otras cosas durante el día...
10.-
...y eres pesada, demasiado pesada. ¿Cuánto calculas que pesas? ¿Trescientos kilos? ¿Cuatrocientos? Algo así, algo más o algo menos, pero en todo caso se necesita mucha gente y mucha fuerza para moverte.
11.-
Y eres demasiado sofocante, además, para estos climas. Tu inmovilidad hace imposible que, contigo, uno se mueva para acariciar el aire quieto del dormitorio. El calor que irradian tus maderas, tus fierros y resortes, hace sudar a la gente sobre ti.
12.-
Las fábricas y los talleres en donde funden la materia prima de tus hierros --seguía hablando la hamaca-- y en donde pulen tus maderas, contaminan el ambiente, llenan los aires limpios de humo y de aserrín. Estás manchada en tu origen, cama.
13.-
¿...Y sabes qué más? Quien te usa para dormir, no tuvo la oportunidad de haberte fabricado, de haberte visto nacer, sino que, no sabiendo de dónde vienes ni quién te hizo y cómo te hizo, te fue a comprar a un almacén.
14.-
-- Y, ¿a qué viene toda esta perorata, amiga hamaca? -reaccionó extrañada la cama: ¿Cuándo has estado pensando en todo esto?
-- Anoche, amiga cama. Toda la noche, no dormí. Pero quiero decirte otra cosa, mira:
15.-
Por el contrario de ti, mira mi colorido, observa este hermoso arco iris que me cubre y que brilla sobre mi cuerpo impregnado de tintas vegetales. Soy alegre en mis colores, feliz en mi policromía, e irradio felicidad y amor a la Naturaleza.
16.-
Soy agradable, porque la materia vegetal de que estoy hecha, absorbe el poco fresco de este ambiente de calores y lo entrega a quien me ocupa.
17.-
No necesito una base y cuatro patas de hierro o madera para sostenerme. De cualesquiera dos postes, dos horcones, dos ramajes puedo ser colgada fácilmente; en la alcoba o en el bosque, a campo abierto.
18.-
Peso solamente un par de kilos, y puedo ser envuelta sobre mí misma y luego relegada a un rincón, mientras la alcoba es ocupada para otras cosas.
19.-
Soy, además, hija de la tierra misma, de la Madre Tierra y del algodón; y he nacido de las motas blancas de la siembra a sólo veinte metros de esta casa. Soy usada por quienes en el campo han cultivado ese algodón.
20.-
Manos latinoamericanas han llevado las fibras de algodón a los telares y han escogido mis colores; y he propiciado muchas veces la unidad de la familia que me hace, que me contempla, que me imprime la frescura y el colorido.
21.-
Puedo ser descolgada y transportada con facilidad: en el hombro de un caminante, al lomo de un caballo, de la mano del hijo menor de una familia.
22.-
Sirvo para muchas cosas -la cama no salía de su asombro--. Soy lo que ahora llaman multifuncional: sirvo para dormir, para descansar, para pensar, para conversar, para visitar y para recibir visitas. Soy el alma de las casas, el centro de la actividad familiar.
23.-
La gente humilde que me usa, me llama "el abogado del pobre", porque no hay problema que en mí no se resuelva. Mis tonalidades, mi frescura, mi suavidad despeja las cabezas y hace pensar con brillantez. Calmo los nervios y soy más efectiva que las propias medicinas..
24.-
En mí, transportan en ocasiones a los enfermos monte afuera, en busca del médico y el hospital.
25.-
Soy el principio de la vida cuando, con el uso de un par de palos, sirvo de cuna a las criaturas que reciben la bendición de mi frescor...
26.-
...y soy también fin de la vida cuando, como lo hacían los indios americanos, me convierto en ataúd para pasar a ser como el cuerpo que va conmigo, tierra de la tierra que me hizo nacer.
27.-
--¿Y qué insinúas con todo esto, hamaca? --exclamó la cama, ya molesta.
28.-
-- Que este Continente americano -concluyó la hamaca-- tiene que aprender a ver en mí, la grandeza de la raza que hace muchos siglos me creó...
29.-
...la grandeza de una raza que me ideó para vivir siempre, mil años y mil más, como la respuesta perfecta a un clima, a una cultura, a una manera de vivir, de trabajar, de soñar, de pensar, de descansar, de nacer y de morir.