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EDICION No 4671 JUEVES 7 DE FEBRERO DE 2008 - MONTERIA - COLOMBIA

A la Gobernadora elegida


Por LESMES CORREDOR PRINS

La academia es un vientre donde al igual que en el vientre por excelencia se da la gratificación de la vida y, cuyos frutos son, los lazos de un afecto entre condiscípulos, discípulos y profesores; clase de afecto, que por lo sui generis, hace el milagro de que el paso del tiempo y la distancia entre distantes no decline y sí se active, con fervorosa alegría, cuando sus posesos, después del tiempo o acortada la distancia, se recuerdan o reencuentran ¡Axioma. No teorema! De ahí, que lo glorioso o doloroso para un miembro de la cofradía, lo es para toda la legión; basta que se sepa, por ejemplo, de la distinción que de cualquier orden se le haga a uno de la tribu, para que la satisfacción se acompañe con la expresión: "Estudié con él, fue mi alumno, o fue mi profesor". Este fenómeno, mis lectores, explica la frase: "El tener condiscípulos o discípulos acerca a la felicidad".

A propósito de lo anterior, poso, en esta columna, de fedatario público del fenómeno descrito y anoto, para ilustrarlo, la fervorosa alegría que me produjeron los nombramientos o elecciones de mis discípulos: Mara Bechara, como rectora general de la Universidad del Sinú; Víctor Díz, en la Sala Penal del Tribunal de Montería y de María Victoria Lacouture en la de Familia del de Sincelejo; Perla Dávila, en la Dirección seccional de la Fiscalía; Olga Cruz en la Secretaría de la C.V.S.; Alina López en la subdirección de Servicios de Comfacor; Mayra Vargas y Olga Claudia Acosta como juez; Luis Jiménez Espitia, como alcalde; Gilma Londoño, Cecilia Martelo y Orlando Márquez como fiscal; Gloria Márquez como contralora municipal; María Alejandra Figueroa y Natalia Zuluaga como docente y secretaria académica de la Facultad de Derecho, en su orden, de la U.P.B.

Fervorosa alegría, mis lectores, que igual me produjo la escogencia de Marta Sáenz, mi discípula en la Universidad Cooperativa de Colombia, como candidata, por su partido, a la Gobernación del Departamento; luego, cuando fue elegida popularmente y, ahora, cuando un fallo horizontal removió uno anterior que había ordenado el aplazamiento de la entrega de su credencial y, en coherencia, con la clase de afecto que me une a ella, me lastimó la prueba de fuego a que la sometió la ley; prueba en medio de la cual nunca, en nuestras conversaciones, renegó de la democracia, la ley o de Dios y fueron su fe teológica y jurídica, con el apoyo de su familia y sus amigos, los factores que la mantuvieron en pie y sin dejarse tentar como ocurrió al rechazar la insinuación de alguien respondiendo con Calamandrei: "El respeto al juez se debe por lo que es y, en el peor de los casos, por lo que debiera ser" y así, dentro de la línea permitida, esperó a la Justicia, la que al llegarle da, merecidamente, para afirmar que es la Gobernadora por voluntad del pueblo y licencia de la ley.

A usted, Gobernadora, buen viento y buena mar; deseos vacunados contra cualquier sospecha de adulación porque ya, por lo que me dio la vida, no necesito de su señoría como jefe sino como gobernadora magnífica para alimentar mi orgullo de profesor ante la constatación de que rectificó la línea encontrada; paso que le abrirá las páginas de la historia y a quien se lo merezca la de los radicadores de la Fiscalía; suerte que no sólo dependerá de usted sino, también, de quienes se rodee.

Córdoba no aguanta más. ¡Es una vergüenza nacional!

 

 

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