El Instituto para el Desarrollo de Córdoba (Idecor), ofrece a la comunidad cordobesa la obra poética de Gullermo Valencia Salgado, Tizones de Tierra

Por primera vez este escritor cordobés, premiado varias veces en Colombia y en concursos internacionales, recoge en libro su producción poética que casi nadie conoce, ya que su actividad creadora la ha orientado más que todo hacia el terreno de la tradición oral, del cuento, la música, la escultura y las estampas folclóricas. Creó, asimismo, el personaje típico Compae Goyo que, a través del trajinar del chiste, de los programas radiales, de las estampas declamadas en los teatros, salones y parrandas, pácticamente había logrado que el poeta Guillermo Valencia desapareciera para el público.

Por tal motivo, muchos se sorprenderán cuando lean estos poemas. El libro, que divide en tres partes, recoge, además de aquella vieja poesía social, dura, altanera, que le canta al hombre, a Ameérica, etc., otra poesía amorosa, erótica, casi lujuriosa pero tierna, y muy próxima al llanto. Colo si el poeta hubiese acumulado a lo largo de sus andanzas, de su vida alocada y tumultuosa y de su "amor de marinero en tierra", todo el llanto de que disponía para verterlo al final, en estos poemas dolorosos que hablan del adiós y de la mujer, que se diluye en la memoria, convertida en ilusión, sorda a sus ruegos y sin pies para regresar. Hay aquí un amor "caminante", "errabundo", sin esperanzas, que martiriza al poeta en los peores momentos de su vida, cuando ya rompió la barrera de los sesenta. Por eso exclama: "Estas canas te dirán lo que he vivido". Y en Cruz Alta, cuando lo aguijonea el recuerdo: "Esta noche siento / que me estoy quedando sin jarcias / y sin velas para volver al mar".

Con este libro, Idecor inicia la Colección de escritores consagrados, que le han dado méritos a Córdoba por la calidad de sus trabajos en el campo literario.

José Manuel Vergara Gerente de Idecor

Montería, enero de 1980

N u e v e

He surcado los ríos de los besos sonoros,
y de los besos que besan y se callan
De los que nada saben porque besan de pronto
De los que son maestros porque lo saben todo

Besos suaves de indiecita arisca.
Besos ensalibados de mulatas.
Besos enloquecidos de mujeres blancas,
que me llenaron el pecho de relinchos

Tuve el amor y el amor me tuvo.
Jugué con él. Jugó conmigo.
Usó la maña de tenerme ahito,
para enredarme en los hilos de su telaraña
Fui pájaro azul en muchas jaulas,
pero el ocaso que desata los caminos
me llamó con su voz de lejanías.

Hoy he desandado mis caminos.
He vuelto al terruño de mis viejos amores.
Si me hubieran dicho que el amor tiene tu nombre
yo no hubiese tardado en llegar a tu ventana.
No quiero amarte recordando a otra.
Lo que me nace del alma es mío,
a nadie se lo debo. Quiero hacerte entrega
de lo poco que tengo.

Heme aquí con las manos vacías y la mirada triste.
Mis canas te dirán lo que he vivido,
y lo que aún me sobra de alma te lo ofrezco,
sin que tengas que entregarme nada.