Mientras tanto, una brisa fría
llegaba del río. La tarde colgaba su hamaca de nubarrones
densos, y sobre la casa de zinc de mi vecino ernpezó a
caminar la lluvia.
No era más que una ligera
llovizna, pero los versos, la tarde v su palidez de invierno,
tuvieron la magia de convertir mi voz ronca en otra voz más
suave y pequeña que ha mucho tiempo se había dormido,
pero que ahora al influjo de estos versos sencillos renacía
en el fondo del recuerdo como el perfume de un amor lejano.
La noche anterior, el doctor José
Manuel Vergara, me había entregado un manojo de versos.
Y cualquiera de ellos, por ejemplo:
Sugestionado con este título
empiezo a leer uno a uno los poemas de José Manuel. Están
contenidos en estos apartes: Madrigales, Estancias, Sonetos,
Romances v Poemas.
Son dulces y tristes versos de aquella
juventud lejana de los pantalones cortos, cuando una pequeña
vocesita empieza a dictar frases con ansiedad de versos. Versos
que se escriben en el rincón más lejano de la casa.
Ahí donde nadie nos ve.
"He soñado contigo muchas veces
y en mis sueños te noto diferente,
y aunque crean que los sueños, sueños son...
hay algo en su interior que se presiente.
He soñado que nunca me has amado.
Que estás mejor cuando no estás conmigo.
Soñé que tú me habías olvidado.
... y todos estos sueños se han cumplido!
Versos que no va a leer nadie. A
veces los primeros y los últimos... A veces, los que va
no se recuerdan en el despunte de los primeros bozos..
Hemos de publicar estos versos, dijeron
sus amigos. El doctor José Manuel contestaba:
Imposible publicarlos. Son mis recuerdos.
Mis pobres tesoros de aquel tiempo ya también dormidos
como mis pantalones cortos. Fuera de este sentimiento afectivo
nada valen. No insistan. No los publicaré.
Harto sé que los paganos del
Gay Saber acusarían, por falta de noticias... el que un
poeta de alto vuelo como José Manuel, publique sus primeras
poesías en vez de las más acabadas. Y aunque se
diga que han pasado de moda determinados elementos poéticos;
o se afirme, que casi siempre los primeros versos no "tienen
arte"; que son productos de una imaginación desbordada;
que aquellos, los del primer amor, simplemente, son manifestaciones
de una vana efusión de ternura, estos MIS PANTALONES CORTOS,
sí conocen el lenguaje del sencillo amor: el silbo bucólico
de aquellos aires frescos que se complacían en trenzar
cabelleras campesinas, y del reposado silencio de las horas nocturnas.
Porque en verdad, no podríamos pedirle más a un
poeta niño que solamente se entretiene en hacer poesías,
cuando debiera distender los flecos de su risa mientras aprende
a estirar su cauchera.
Se me figura que hay en todo este
manojo de versos, algo de delectación sensual, algo que
me hace olvidar, por un instante, al menos, que la angustia del
ser adulto no vale una rima precoz, como tampoco valdría
amarrar un mensaje social en una estrofa rimada. Ante un estímulo
cualquiera lo que se diga es la mejor respuesta. Por eso, al leer
estos versos de José Manuel, asistimos a la representación
de un milagro. Mas, he aquí que este milagro no se ofrece
con la candidez de su mensaje, por el mensaje simplemente; sino
a aquellos que han sabido desnudarse de ropajes prosaicos v captar,
tal como son los versos del poeta, que un día, cuando niño
vistió su rima con la modestia de los pantalones cortos.
"Qué loco fue tu amor. Qué mentiroso!
A través de mi lúgubre sollozo
una doliente soledad me agobia.
Y al mirarte pasar indiferente,
en silencio murmuro, tristemente:
Adiós, adiós por siempre vieja novia".
Los párrafos rimados van rodando
lentamente por mi vista, mientras sigue la tarde con su lluvia.
Me detengo. Vuelvo a leerlos. Me parecen conocidos. ¿Será
acaso que un sacrosanto olor a incienso nos parece llegar de muy
lejos envolviendo estos versos, que bien pudimos escribirlos?
Sé que aunque José
Manuel los haya escrito, los que ahora leemos estos versos tendremos
que decir: Son míos! Son míos! Yo también
le dije adiós, a " ... mi vieja novia".
Cuando terminemos de leer estos versos....
los que ya no pueden amarrar el tiempo verán sus pantalones
cortos tirados en cualquier lugar de sus mejores días.
Los que habían pensado hacerlos largos tendrán
la duda, de ¿cuál tiempo es mejor?
Ahora comprendo, por qué el
poeta no quería que se publicaran sus primeros versos.
Estos, como en uno de sus cantos...
"Quedarán flotando...
como una ilusión en el cristal del río".
Y así, amigo lector, por una
reiterada insistencia, puedes ahora leer los versos de José
Manuel. Si aún tienes la magia de volver a tus primeros
años... bien puedes ponerte, "MIS PANTALONES CORTOS".
Guillermo Valencia Salgado
Mocarí, Julio de 1978