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Pablito Flórez Camargo

Prólogo al primer volumen de Pablito Flórez

Ciénaga de Oro es un pueblo dorado por la luna que todas las noches derrama un líquido brillante, que tapiza los techos de las casas, líquido que también anidó en ese río de venas que es la garganta de Pablo Flórez Camargo, o mejor Pablito, así le decimos nosotros sus amigos para estar más cerca de su corazón.

Hombre de mirada triste, de caminar lento, hombre de piel hecha de retazos de tambor, de soledades, fiestas, gallos, amores, porros, mujeres, sones, campos, montañas, ríos, cumbia, rones, recuerdos y de otras vidas que le han dado orígen a sus composiciones.

Estudioso de su guitarra y seguro de arrancarle notas a esta para enriquecer sus melodías, que se convierten en leyenda y son historia de mi pueblo y de otros pueblos que habitan en mi pueblo, en el corazón y en el recuerdo de Pablito, que va hilvanando vivencias, amores, desamores, donde las palabras coloquiales ocupan un lugar especial y junto con la anécdota las coloca dentro de un marco tradicional y rítmico, creando la poesía popular que lo convierte en el mejor cantador de historias que ha existido en este Sinú Musical.


Pablito Flórez
El juglar orense Pablito Flórez.

Pablito es dueño de un estilo que lo hace propio y único en su género; se pasea libremente entre sones, cumbias, gaitas, paseos, puyas, porros, gritos de monte, lamentos, como una necesidad diaria de poder decir cosas de sus amigos, de su pueblo, de sus mujeres, de los tiempos idos, del aletear de un ave, dándole un sabor embriagante que los hace ser un hombre sinuano, un hombre caribe, un hombre latinoamericano.

Cuando nos recuerda el baile macho: (Era una reunión de hombres donde bailaban solamente los machos con excepción de María Trinidad, mujer ésta que tenía características de macho. Esta reunión era acompañada de pitos, guaches, palmas y tambores a los cuales les colocaban pañuelos embrujados para que sonaran más).

No es fácil para él olvidar cómo se vestían nuestros abuelos: franela, pantalón de dril caqui planchado con vela que derretían a la plancha de carbón, sombrero alón veintiuna vuelta hecho en trenza de caña flecha.

Nos provoca, nos entusiasma cuando dice: "Mi porro me sabe a mango, me sabe a piña a tajá e melón, mi porro me sabe a leche esperá en corrá, o cuando dice hay un ron en totuma que sabe a leche sinuana, o a mi gran celele y a minguí con coco" (el celele es una sustancia de la leche con partículas de queso y el minguí es una mazamorra de plátano maduro o amarillo machacado con leche y en zumo de coco).

Sin titubeos hace reconocimiento al trabajo honrado y honesto del hombre de soga y sombrero. "Lo que tiene un tipo honrado que puede saltar y brincar lo que tiene es trabajo, no se le puede negá". Con sabrosura nos invita a pegar un guapirreo propio de nuestra región.

Pablito Flórez se ha metido por todos los vericuetos de la vida sin pedir permiso para decir lo que siente y esencialmente de comunicar su inconformidad social. "Por los caminos de La Chivera (caserío de Ciénaga de Oro), viene la comadre Manuela Lión, trae mango de rosas en las aguateras, ají picante, piña y limón. Viene directa para el mercado con intención de algo comprar, pero todo lo encuentra caro y lo que ella trae no vale ná".

Tampoco se ha escapado del amor, pero ninguna mujer le dado un tramonazo (Tramonazo: sacudida fuerte, un solo golpe violento), tan grande como la Aventurera, pero algo muy especial hay que contar de esta mujer que enloqueció a Pablito Flórez, pero que no afectó ni incomodó a Merce su esposa, que ha sido incondicional y extraordinaria compañera.

Un buen día a Pablito le llegaron unas regalías por haber grabado el disco la Aventurera. Con esa simpatía, y ese humor que siempre le ha caracterizado le pidió al Cajero que le diera el pago en billetes de a peso, dinero éste que echó en una bolsa grande de papel. Cuando llegó a su casa esparció sobre la mesa del comedor todos los billetes, a Merce se le abrieron las ventanitas de los ojos y le preguntó: Mijo de dónde sacaste tanto dinero?....

Pablito muy orondo le respondió: de la Aventurera Merce, de la Aventurera. Merce levantó los brazos y mirando hacia el cielo exclamó: Que Dios la acompañe donde esté.

Con razones y con amores le ha dedicado muchísimas composiciones a la Aventurera y se ha pasado el resto de sus días cantándoles a esta mujer, testigo de estos amoríos su guitarra.

Es consciente de su valor y que su trabajo es bueno y cada día nos sorprende más. Del maestro de la guitarra y de la poesía hay muchas, muchísimas cosas que contar.

Pero personalmente tengo algo que decirle a Pablito, parodiando a Matilde cuando ésta le decía Neruda: "Pablo no te mueras".

Soad Louis Lakah
Villa Payita, abril 14-93.

 


 
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