Pilar Moreno de Ángel - Planeta Colombiana Editorial - 1993
CAPÍTULO II
Un notable oficial en el Nuevo Reino de Granada
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Una gran parte de la labor de colonización realizada por el oficial Antonio de la Torre y Miranda Se cumplió en la zona donde en la época precolombina se había asentado la cultura zenú. Sus habitantes construyeron canales artificiales y eras de cultivo que aún se conservan en vastas áreas de la región. Los cronistas informaron que aquella región había estado dividida dentro de la organización política en tres jurisdicciones que se extendían desde el valle del río Sinú hasta el rió Magdalena y por el sur hasta Antioquia. Las tres provincias eran: La Fincenú, que incluía el actual valle del rio Sinú; la Pancenú que estaba localizada en la hoya del río San Jorge y la Cenúfana que geográficamente se acentó en los valles del bajo cauca y del río Nechí. (Luis Duque Gómez. Prehistoria. Historia Extensa de Colombia. Vol. 1 - Tomo II - Ediciones Lerner. Bogotá, 1967.)
Cuando se inició la conquista española el territorio zenú encontraba en estado de regresión. No se podía comparar su estado cultural de desarrollo en aquel momento con el progreso y altos niveles que habían alcanzado años atrás. Los tesoros encontrados por la hueste conquistadora daban muestra de su importantísimo pasado, al punto que un cronista recogió la falsa voz de "desgraciado el Pirú si se descubre el Sinú".
Los zenúes eran extraordinarios orfebres. Fray Pedro Simón escribió sobre la materia: "Fue también no menor causa de la riqueza de esta Provincia el ser los mas indios de ella plateros de labrar oro con primor, a su modo, a que acudiendo los de las otras, les hacían grandes pagos por su trabajo" (Citado por Luis Duque Gómez. Museo del oro. Colombia. Ediciones Delroise. Bogotá, 1982. Pág. 31)
Obtenían el oro para sus artísticos trabajos en las ricas minas de Buritaca - hoy departamento de Antioquia -. Aquella región aurífera se caracterizaba por ser una tierra de baja calidad para la agricultura. Los mineros especializados obtenían por canje los artículos alimenticios que escaseaban en su territorio, por sistema de trueque.
El conquistador Johan de Vadillo visitó la zona en 1537 y nos dejó la siguiente descripción: "Los del Cenú contratan con éstos (indios de Buritaca) por el río arriba... y los del Cenú llevan mantas y sal, indios y piezas de oro labradas, y éstos dan caricuríes de oro por fundir; y esto se cree porque en el Cenú y sus comarcas habían maestros de labrar el oro y hallarse allá las mismas piezas que en el Cenú..." (Clemencia Plazas de Nieto y Ana María Falchetti de Sáenz. Orfebrería Prehispánicas de Colombia. Boletín Museo del Oro Banco de Colombia. Año 1. Septiembre - Diciembre 1978. Bogotá. Pág. 39.)
Cuando llegaron los españoles, ya en los albores de la conquista se originó la industria de la guaquería, procedimiento por el cual se saquearon inmisericordemente las joyas e ídolos - que para los aborígenes tenían un simbolismo religioso y artístico - para ser convertidos en lingotes, los cuales eran enviados a España.
Cuando don Antonio de la Torre y Miranda realizó su misión congregadora en la zona, ya había desaparecido la tradición de los hábitos orfebres que habían realizado piezas de gran calidad artística.
En cambio si estaba latente una herencia cultural en artesanías de otro tipo. Se pueden citar algunas de estas actividades que se han mantenido en el tiempo y que actualmente forman una de las bases de la economía familiar en los pueblos costeños colombianos.
La mochila tejida con fibras de fique y adornadas con banda o dibujos de colores. Destinada como pequeño depósito portátil, sirve para mil usos de la vida diaria.
La hamaca de uso común entre los zenúes. Fray Pedro Simón explicó cuando que cuando los conquistadores llegaron al pueblo de los Finzenú encontraron que: "Dormían todos en hamacas, en especial la señora y cacica, que sólo la tenía muy curiosa y pintada, sino que a los lados de ella hacía - durmiesen en el suelo, los rostros para abajo, dos doncellas mozas y de buen parecer, sobre quienes ponía los pies al subir y bajar de la hamaca, por grandeza como dejamos dicho". Las hamacas y chinchorros elaborados por los artesanos especializados, servían para el comercio, como lo anota fray Pedro Simón: "... hacían también los de la costa hamacas y chinchorros de hilo de algodón que también tenían gran salida, por ser las camas de todos los indios de países calientes, como lo son los tres zenúes nombrados". (Fray Pedro Simón. Noticias Historiales de la Conquista de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Biblioteca Banco Popular. Tomo V. Vol. 107. Bogotá, 1981.)
El célebre sombrero vueltiao o sinuano, el cual se usaba desde antes de la conquista española. Elaborado por los indígenas zenúes que habitaban las cercanías de la ciénaga de Momil en el bajo Sinú. En el museo del oro en Bogotá, se encuentran figuras en oro de la cultura Sinú, que muestran personas luciendo en sus cabezas sombreros o diademas de este estilo. Se fabrica utilizando la cañaflecha (gyneriun sagittatum), la cual se blanquea con sustancias vegetales. Las franjas oscuras se elaboran teñidas con hojas bija o achiote (bixa orellana); a continuación se meten entre barro con otras hojas y se vuelven a lavar con bija.
Las esteras o petates también de elaboración muy antigua anterior a la conquista. Fray Pedro Simón observó sobre el pueblo de Fincenú: "... estando lo demás del suelo por donde andaba cubierto de espartillo o paja menuda que eran las alcatifas y alfombras de los reyes y gente grave y de sus templos ...".
Los petates fabricados con hojas de palma de estera (astrocaryum malybo) o chingalé, constituyen una próspera industria casera en los pueblos de la costa caribe colombiana. Se utilizan como tapetes para adornar las habitaciones, sirven para cubrir las camas y aún constituyen una especie de colchón donde se puede dormir cómodamente en regiones de alta temperatura. ( Me ha sido de gran utilidad para establecer los nombres de las plantas usadas en la elaboración de artesanías, en la región caribe colombiana, el libro de Enrique Pérez Arbelaez Plantas útiles de Colombia, 4ª. Edición. Litografía Arco. Bogotá, 1978.)
Con singular perspicacia el oficial Antonio de la Torre y Miranda abrió la puerta, en esa región, a fin de que las mujeres tuvieran ocupación rentable, cuando les indicó cómo incrementar y comercializar las artesanías tradicionales.
Se manufacturaban lienzos, mantelerías y ruanas. Se fabricaban hamacas de espléndidos colores - los célebres chinchorros donde nace, vive y muere el indio -. Se hacían encajes con hebras de algodón, pita o palma. Se elaboran sombreros, canastos y esteras o petates. Se trabajaba la alfarería.
Esta industria, que aún subsiste, ofrece trabajo a miles de personas, en un vasto territorio de la región atlántica colombiana. Tuvo su iniciación, sin lugar a dudas, en la visión pionera de la Torre y Miranda. Las artesanías florecen hoy en las poblaciones que fundara hoy el oficial español como San Jacinto, San Antero, San Bernardo del Viento, Momil y otras.