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Universidad de Córdoba

Los Medicamentos y Otros Menjurjes

Por Carlos Crismatt Mouthon


Lo distintivo de la época eran las boticas. Allí se preparaban las fórmulas magistrales que recetaban los galenos, como se les decía a los médicos. Pero la mitad del Siglo XX trajo consigo una acelerado avance tecnológico, que también abarcó la industria farmacéutica, con el consabido auge de las medicinas de marca.

Hay que anotar que el más famoso boticario de Montería fue don José María "Pito" Taboada, nacido en Corozal [Sucre] en 1916, y quien al frente de su Farmacia Estrella sirvió continuamente durante más de cincuenta años.

La medicina natural utilizaba las propiedades curativas de algunas plantas. La balsamina (Momordica charantia) para las amebas. La curarina (Aristolochia) para las picaduras y mordeduras. El guandú y el níspero para los cólicos renales. El anamú (Petiveria alliacea) para las úlceras intestinales, y algunos aseguraban que para el cáncer.

Cuando se trataba de "componer" una luxación, se usaba el "cebo de cuba" para hacer el "sobijo". También se utilizaba en casos de asma, para lubricar el cepillo que se frotaba en la espalda del enfermo. Para el asma, igualmente era recomendada la "penca de sábila".

En los casos de "nacidos" o "abcesos" que no "reventaban", la fórmula era aplicar "numotizine", un cataplasma de color morado que aceleraba la apertura de la "boca" para drenarlos. Este producto aún se vende como revulsivo, analgésico, antiséptico y antiflogístico de uso externo.

De Cartagena llegaban el "Jarabe Fuentes", del mismo dueño de "Emisoras Fuentes". Y el "Antitísico Pulmonar Román", del mismo laboratorio que preparaba la "Kola Román". Les acompañaba el "Baltisicol Compuesto", de "Laboratorios Lister" de Medellín.

Una tintura milagrosa era la "Curarina", que tenía una versión fabricada por "Salas Nieto" para mordeduras de culebra y fiebres, y otra por "Laboratorios Román" que la promocionaba para picaduras de insectos, ronchas y cualquier problema de la piel. Claro, que para las abuelas lo más refrescante y curativo para la piel eran los baños con agua de matarratón hervido.

Para las enfermedades intestinales, tan frecuentes por la falta de agua tratada, los medicamentos de elección eran la "Sulfadiazina", el "Enterobioformo" y el "Sulfatiazol". Para las diarreas leves, el consejo del día era "Kola Román" con limón. Algo parecido a lo que ocurría con el "calentillo", una bebida aromática de jengibre u otras hierbas, caliente como lo indica su nombre, recomendada por las abuelas para mantenerse despierto y en los casos de debilidades y mareos.

La vermifugaciones eran parte del rito anual en todas las casas. El Rey era el "Aceite de Ricino", un vermífugo y laxante con un sabor horrible. Cuando los niños veían en la mesa de la cocina pedazos de panela y cascos de naranja, se sabía que era el momento de tragarse la amarga pócima. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. Luego llegó el "Limolax", un laxante dizque que con sabor a limón, que muchos metían al congelador de la nevera para hacerlo más pasable. Otro vermífugo y purgante recordado es el "Calomel", químicamente protocloruro de mercurio, de efecto muy rápido y explosivo.

Un breve repaso de otros medicamentos nos recuerdan las "Píldoras de Vida del doctor Ross", que era una especie de reconfortante vitamínico. Y la célebre "Emulsión de Scott", de aceite de hígado de bacalao, que se recuerda por la ilustración en su etiqueta del pescador que camina con el gran bacalao sobre sus espaldas. Y por su sabor desagradable, por supuesto.

La gran variedad de "Sales" marcaron una época, como la "Sal de Frutas Lúa", que llevaba las iniciales de su fabricante el Laboratorio Uribe Ángel, mezcla de ácido tartárico, ácido cítrico y bicarbonato de sodio, para la pesadez estomacal. La "Sal de Glauber", que se pronuncia "glober", es sulfato de sodio de acción laxante. Y la "Sal de Epson", que es sulfato de magnesio, para el cólico, el estreñimiento y los dolores musculares.

Un dato curioso es el de la "Aspirina", un analgésico cuyo principio activo es la "salicina" que se extrae del sauce blanco [Salix alba]. De sus síntesis se obtiene el "ácido salicílico", que tiene excesivo sabor amargo y es irritante del estómago, y que a su vez, mediante acetilación, produce el "ácido acetilsalicílico",

Paradójicamente, el nombre de "Aspirina" nace de otra planta, la "Spiraea ulmaria", en la que también se encuentra la "salicina". El nombre comercial de "Aspirina" se deriva entonces de la letra "A", que indica el proceso de acetilación al que se somete al ácido salicílico para convertirse en ácido acetilsalicílico. El nombre "Spiraea" aportó la sílaba "spir". Y la terminación "ina" era empleada con frecuencia para los medicamentos en aquella época.

Pues bien, a pesar de que las investigaciones fueron desarrolladas por los Laboratorios Bayer, el nombre de "Aspirina" se convirtió en genérico por la fuerza del uso, y la terminación del período de la patente permitió que su principio activo pudiera ser usado sin restricciones por otros fabricantes de fármacos.

Como rival de su propia aspirina, Bayer puso en el mercado la "Cafiasprina", una mezcla de "ácido acetilsalicílico" y "cafeína". Se le anunciaba como un muy buen analgésico que "no afecta el corazón", y terminaba con la fórmula "si es Bayer, es bueno".

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los laboratorios norteamericanos recibieron muchas de las patentes alemanas, y así fue que la "Cafiaspirina" pasó a manos de Winkhrop, que la fabricó bajo el nombre de "Mejoral". Pero fue en la emisora XEW de México que se creó el más famoso y recordado eslogan de esos tiempos: "Mejor mejora Mejoral". Algunos lo atribuyen al publicista Fernando Gónzalez Oviedo, y otros al poeta Salvador Novo

La importancia que este último producto tuvo en la cultura popular se refleja en la composición que Alejo Durán, el primer Rey Vallenato, tituló "El Mejoral":

Yo pensé que un mejoral
iba curarme este gran dolor
pero que me va a curar
si es una pena de amor (bis)

Yo me fui pa´ Venezuela
decepcionado de Valledupar
como si la ausencia fuera
remedio para olvidar (bis)

Hombe! Yo hice un bien
pero me fue muy mal
pero me fue peor
y; ahora no hago bien, ni mal
pa´ve si me va mejor
A pesar de que te quiero
estoy convencido
de mi mala suerte
Yo sé que un amor sincero
me puede causar la muerte (bis)

En asuntos de mujeres
tengo una ley muy bien aprendida
yo; quiero a la quiere
y; olvido a la que me olvida (bis)

Hombe! Yo hice un bien
pero me fue muy mal
pero me fue peor
y ahora no hago bien, ni mal
pa´ve si me va mejor

Un analgésico de origen colombiano fue el "O.K. Gómez Plata", una empresa de origen santandereano que hizo presencia en Cuba.

Pero la tapa de la caja era “Sani-lyx”, un producto del laboratorio del mismo nombre radicado en Barranquilla, que era promocionado como una “panacea”. Para comenzar, se anunciaba como un “desinfectante absolutamente inofensivo y que destruye con sorprendente facilidad los invencibles gérmenes: Hongos, Estreptococos, Trichomonas, Gonococos, Estafilococos, Amibas..”.

La cosa no paraba allí, ya que “Sani-lyx” se promocionaba como desodorante y antiséptico. E invitaba igualmente a pedir un catálogo, con una muestra gratis de “Sani-lyx”, para conocer como ataca los siguientes problemas de la mujer: “...higiene íntima, dolores periódicos, desarreglos, períodos retenidos, loquera ovárica, pruritos vaginales, flujos, leucorreas, inflamaciones, descensos, flacidez, necrosis, embarazo, puerperio, placenta, coágulos, fiebre puerperal, tumores, edad crítica, expulsió placenta...”.

La historia continúa. “Sani-lyx” igualmente servía para “...fístulas, disentería crónica, hemorroides, parásitos, colitis, prostatitis, prevención de cáncer, conjuntivitis purulenta, enfermedades de la piel, callos, amigdalitis, oidos supurados, sinusitis, caspa....”.

Y si quedaba alguna duda, “Sani-lyx” era también para el ganado.

Los "Remedios Secretos" en Colombia
[Tomado de la página del Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional]

Se llamaron "remedios secretos" aquellos productos resultantes de la feliz ocurrencia de un médico o de un farmacéutico o de los dos conjuntamente, que habían demostrado una eficacia terapéutica y, por lo tanto, un mercado prometedor. Estos productos se promocionaban entre el cuerpo médico y algunos se ofrecían incluso en forma libre a los consumidores; sin embargo, estos no revelaban su composición y formaban parte del patrimonio intelectual y económico de una familia o una empresa.

El origen de estos productos realmente no puede establecerse en el tiempo y se podría decir que algunos de ellos constituían verdaderas Triacas, conformados por medicinas de cualquier origen y compuestos químicos ya conocidos con actividad terapéutica establecida. Cabe señalar que el arsenal terapéutico de la Europa de los siglos XVIII y XIX estaba integrado por un gran número de estos productos, como podemos citar a continuación, algunos de los cuales incluso han llegado a nuestros días, pero ya no con el aura de "remedio secreto", sino de especialidad farmacéutica. En esta lista podemos recordar productos tan afamados como: La Lutte pour la Vie (la lucha por la vida); Pilues Pink pour personnes pales (Píldoras rosadas para personas pálidas); La famosa Emulsión de Scott; Las pastillas géraudel para la tos, el Jarabe "Roche" etc.

La lucha contra los llamados "remedios secretos" fue infructuosa, especialmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en general en toda Europa, como se deduce de lo acontecido en el primer Congreso Internacional Profesional, celebrado en Brunswick el 15 de septiembre de 1865, en donde se condenó el uso de "remedios secretos" y se estableció el principio absoluto de que no debía existir ningún medicamento secreto ni en medicina ni en farmacia. Fue precisamente esta lucha infructuosa y el despliegue cada vez mayor que se les daba, lo que propició su entrada y desarrollo en el país. Célebres exponentes de esta situación en Colombia, bien sea por importación o por fabricación directa son:

"Reconstituyente Sansón" de Carlos García C.
"Regulador Gesteira" de Frederick Stearns & Co.
"Tónico de Vida J.G.B." de Jorge Garcés B.
"Ungüento Blanco y Negro" de Plough Incorporated.
"Vermífugo Tiro Seguro" de Wright¨s Indian Veg. Pill.
"Ungüento Ojo de águila" de Landrin & Cie.
"Antibobera Cuver" de laboratorios Cuver.
"Cápsulas de Tiro Seguro" de Juan de J. Ayala.
"Depurativo Universal" de Jesús M. Lamus.
"Jarabe Calmante de la Señora Winslow" de Anglo American Drug.
"Kitadolor Eléctrico Franklin" de Justo P. Lopez.
"Píldoras de Vida del Dr. Ross" de The Sydney Ross Co.
"Píldoras Indias Vegetales" de Wright Indian Vegetable.
"Reconstituyente Ordóñez" de Joaquín Ordóñez C.
"Salvaniños" de Laboratorios Román.
"Cápsulas O.K." de Ismael Gómez Plata y Cia.

En Colombia se estableció una clara jurisprudencia al respecto, con el Decreto 1099 del 8 de Julio de 1930, expedido bajo la presidencia del doctor Enrique Olaya Herrera, el cual, en su Artículo 82 dice:

"Se prohibe en absoluto la venta de "remedios secretos"; por tanto, la fórmula debe constar en los documentos de solicitud de licencia en todas las especialidades y sobre el rótulo en aquellas respecto de las cuales lo haya ordenado así la Comisión de Especialidades Farmacéuticas".

Así mismo, en la Primera Resolución emanada de la Comisión de Especialidades Farmacéuticas, el 20 de abril de 1932, en la parte final del Artículo 16 dice "La Comisión no admitirá producto cuya composición o fórmula sea un secreto. En cambio, ofrece la discreción y reserva para todos y cada uno de los Artículos o procedimientos que a ella se sometan".

Es por esta razón, que la puesta en operación de la Comisión de Especialidades farmacéuticas, acaba con el comercio aparentemente legal de los "remedios secretos" y sólo les deja como alternativa, para poder seguir su comercialización, la de obtener una licencia, previa declaración de la composición y método de preparación ante la Comisión de Especialidades Farmacéuticas, de acuerdo con la legislación existente.

Esta situación es la que causa que algunos de estos productos tradicionales salgan del mercado, o por no declarar su composición o por no poder probar su real eficacia en la forma en que lo exigía la Ley.

Este no es un estudio exhaustivo, sino tan solo los apuntes de un breve recorrido por los recuerdos de una época, que por fortuna aún se mantienen vivos.

 

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