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EDICION No 4431 SÁBADO 16 DE JUNIO DE 2007 - MONTERIA - COLOMBIA

Somos un país de desalmados

Toño Sánchez Jr. Por TOÑO SÁNCHEZ Jr.

(II)

Decíamos que muchos colombianos, entre los que se encuentra la gran mayoría de políticos y gobernantes, y algunos periodistas, son unos perversos desalmados. Ya que satanizan todo lo que haga por la paz de esta Nación. Llegan hasta el grado del cinismo de olvidar que en el pasado ellos estuvieron en el poder y que con sus desacertadas decisiones crearon más violencia, muertos, narcotráfico y corrupción a Colombia.

Habíamos iniciado un ejercicio de memoria reciente, que empezamos con el Presidente de las palomas blan­cas, el que estuvo en el período 1982-1986. Esto no excluye para nada a ninguno de los que lo antecedieron, tal vez fueron más nefastos. Fue en el gobierno de Belisario Betancur que la guerrilla pasó de 20 frentes a más de 40, que el narcotráfico comenzó sus asesinatos selectivos, que las selvas colombianas pasaron a convertirse en grandes laboratorios para procesar coca, que campesinos del Magdalena Medio se organizaran y armaran en grupos de autodefensas para combatir a la subversión (estas autodefensas más adelante se entregaron a la mafia), que aparecieran grupos de justicia privada, que se formaran paramilitares puros. No olvidemos un detalle, fue para 1984, que un misterioso personaje para los cordobeses compró una hacienda en el Alto Sinú llamada 'Las Tangas', su propietario: Fidel Castaño. Curiosamente a los que allí trabajaban comenzaron a conocerlos como 'Los Tangueros'. Aquí estaba naciendo la primera generación de auto­defensas.

Todos estos fenómenos no nacieron de una política oficial ni de una trinca de unos cuantos inadaptados sociales. Tuvieron su origen, expansión y prosperidad por el abandono total del Estado.

En 1986 llegó a la presidencia Virgilio Barco Vargas. Considero, muy personalmente, que con Barco Vargas el país tiene una deuda que aún no ha sido saldada. Fue el mandatario que tuvo, excúsenme el término pero es el más exacto, los 'cojones' de parársele al narcoterrorismo de Pablo Escobar. Entre otras cosas, hasta la fecha nadie ha respondido política y judicialmente por la terrible época 1986-1990. En ese tiempo, muchos y muchas, de los que hoy nos agobian con discursos moralistas; pasaron de agache para no enojar a los 'patrones': Pablo Escobar Gaviria; Gonzalo Rodríguez Gacha, 'El Mejicano' y Manuel Marulanda, 'Tirofijo'.

En esta época la gran mayoría de la clase política y otras ramas del poder público, incluido el llamado cuarto, estaban 'tocados' del temible dúo del crimen, Escobar-Rodríguez, que se conoció como Cartel de Medellín. Que impuso la moda de entregar a los políticos todo lo que les pidieran, para que no hubiese excusa más adelante de decir "no puedo". Los narcotraficantes siempre amenazaron a los políticos, pero nunca hicieron nada contra ellos. A los mafiosos no les importaba tumbarlos o contar la verdad de sus relaciones, lo que les interesba era que obedecieran. Y obedecían. Este detalle es muy importante hacia el futuro, no lo olvidemos.

La confrontación contra la mafia alcanza su clímax cuando Barco activa la llamada extradición administrativa. Se conforma un grupo llamado 'Los Extraditables' que le declara la guerra al Estado. Paralelo a esto Pablo Escobar abre otro frente de batalla contra el llamado Cartel de Cali, liderado por los hermanos Rodríguez Orejuela. Colombia se asemejaba al Beirut de los 80. Bombas, atentados, asesinatos, secuestros y derribamiento de un avión de Avianca, eran las acciones del narcoterrorismo. Para aquel entonces el diario El Espectador puso en el periodismo la cuota más alta de sangre, su director, Guillermo Cano, cayó asesinado en diciembre de 1986 y las instalaciones del diario destruidas por una bomba en 1989. Hoy en día acabó siendo un semanario. Lo triste fue que en una finca de Córdoba se celebró el crimen. La fiesta estuvo amenizada por El Gran Combo de Puerto Rico.

A El Tiempo le fue mejor, tal vez por haber sufrido el secuestro de uno de sus dueños, Francisco Santos Calderón. El Tiempo en esa época y a raíz del secuestro de Santos tuvo en sus notas una 'prudencia* excesiva. Esto demuestra que los discursos cambian de acuerdo al agua que nos está mojando. Cuando liberaron a su familiar las condiciones cambiaron. Las instalaciones de El Tiempo, en la Avenida Eldorado, se salvaron de dos atentados con carros bomba, que ordenó Escobar Gaviria, por la rápida alerta que hicieron los jefes del Cartel de Cali a las autoridades, según comentó en una ocasión Carlos Castaño. Un día terrible para Barco Vargas fue el 18 de agosto de 1989. En la mañana, en una avenida de Medellín, es asesinado el coronel de la Policía Valdemar Franklin Quintero. Era la primera vez que los narcos sicariaban a un alto oficial y comandante de Policía de Departamento. Los generales se inquietaron, se imaginaron que era cuestión de tiempo que fueran por ellos. Decidieron buscar una estrategia contundente contra el narcotráfico, para ello necesitaban de un tipo de respaldo que no tenían: político. Pero en la noche de esa misma trágica fecha lo obtuvieron con sangre. En una plaza del municipio de Soacha, en Bogotá, caía asesinado el candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento. Su asesino, Eduardo Rueda Rocha, era miembro orgánico de las autodefensas del Magdalena Medio, con sede en Puerto Boyácá. Grupo ilegal que se expandió en el período presidencial anterior y que terminó al servicio de Escobar y 'El Mejicano'. Todo esto por el abandono del Estado. Pero lo más grave vino después, en el gobierno de César Gaviria, cuando esta autodefensa se convirtió en el aliado perfecto para perseguir a Escobar.

Para 1989 Córdoba estaba en plena guerra. Todos sabían de la existencia en nuestras selvas de una autodefensa bien armada y con estatutos, que más bien parecían un Régimen Interno, que combatía a la guerrilla del Epl y al V frente de las Farc. Mientras que en la ciudad un grupo de sicarios apodados 'Los Magníficos', asesinaban todos los días a auxiliadores, simpatizantes y es­tafetas de la subversión. En aquel tiempo, a las 6:30 de la tarde todo el mundo estaba atrancado en su casa.

Hay una anécdota aquí de tantas que hubo en aquella época. Al ganadero Arturo Vega el Epl le secuestró un fino caballo y pidió una millonaria suma por devolverlo. Al negarse a pagar tal cantidad se lo regresaron castrado y marcado todo su cuerpo con un hierro que decía Epl. Una delegación de ganaderos fue donde un prestante periodista en Bogotá a denunciar estos y otros hechos, todavía están esperando escuchar la nota.

El gobierno de Virgilio Barco termina con un país destruido por el narcotráfico, pero con la política firme de seguir enfrentándolo. Sigue, a mi concepto, el Gobierno más nefasto de Colombia, él de César Gaviria Trujillo, el del 'revolcón'. Y también el de 'Los Pepes' y el responsable del nacimiento de la segunda generación de Autodefensas.

Esa historia, si Dios lo permite, la próxima semana...

 

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