Por TOÑO SÁNCHEZ Jr.
Muchos le atribuyen por error a Bertolt Brecht una hermosa cita que en realidad es del pastor protestante alemán, Martín Niemoeller. Otros dicen que no es un poema, pero en realidad hizo parte de un sermón de Niemoeller en la Semana Santa de 1946, "acerca de las consecuencias de no resistir las tiranías en los primeros intentos de su establecimiento". Este sentido 'poema' dice así: "El amor al prójimo no conoce límites ideológicos ni confesionales. Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando los nazis vinieron y encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron por mí, ya no había nadie más que pudiera protestar".
Hace unas semanas vinieron por Hernán Gómez Pineda y nadie dijo nada. Hace unos días vinieron por Rodrigo García Caicedo y tampoco nadie dijo nada. Tal vez la otra semana vengan por otros, y lo más seguro es que nadie diga nada. A lo mejor muchos celebrarán, ya que en Córdoba la injusta desgracia de nuestros paisanos es la alegría de los demás. Jamás lo olviden: no hay nada que genere tanta satisfacción y que venda más que la desgracia humana… Y no hay nada que una más que irse en contra de alguien.
En esta bella región todos sus habitantes debieron haber escogido la humillación o la muerte, por parte de la guerrilla, el paramilitarismo, el narcotráfico o la corrupción, para que el Estado en un futuro, cuando arregle con los generadores de estos fenómenos, perdone a los habitantes que sobrevivieron. Porque de no ser así, vendrán como una jauría de lobos a buscar 'chivos expiatorios'. Los finqueros de estas tierras debieron entregar todas sus propiedades a la guerrilla para que hoy pudieran gozar de la 'generosidad' del Estado y su oligarquía.
Toda la deslegitimación y holocausto moral que se ha montado en contra de los cordobeses tiene una estudiada y planeada metodología 'académica'. La misma que tienen hoy en día algunos sindicatos y miembros de la izquierda, los mismos que están experimentados en eso de "combinar todas las formas de lucha".
Todo se inició con el paro de la Universidad de Córdoba. Para mostrar cómo el paramilitarismo acabó con la academia. Manifestación que tuvo un tinte hipócrita, propio de los 'izquierdosos'. Ya que se les olvida a muchos miembros del sindicato, que fueron ellos los que solicitaron la reunión con Salvatore Mancuso, para aliarse con el jefe paramilitar y poner al rector que ellos querían. Por qué será que la Fiscalía no ha judicializado a estos intermediarios del ahora criminal, para los del sindicato de Unicor, pero antes era el 'Mono' Mancuso, el mismo con quien tomaron escocés 18 años en la zona rural de Tierralta.
Luego siguió la 'intempestiva' visita de Iván Cepeda y después su humillante columna. Esto hacía parte del trabajo de demolición en contra de la sociedad cordobesa. Semanas después salió al mercado la majestuosa obra literaria "A las puertas del Ubérrimo". En donde una de sus estrategias era desacreditar no solo a los ganaderos, comerciantes y finqueros, sino a este medio de comunicación.
Paralelo a estos actos estaba un fiscal 'negociando' con un testigo el testimonio en contra de varios cordobeses. Sólo se necesitaba darle la "absoluta" credibilidad al testigo para que capturaran a más de 20 monterianos. Ahora sí que tiene sentido esa frase que lanzó Gustavo Petro, cuando estuvo en Montería en días pasados armando sus listas a la Cámara, dijo: "Viene una orden de captura colectiva para Córdoba". Y así hubiera sido, si no es por la revelación de unas grabaciones que enlodan al fiscal de la investigación. Con esto no quiero decir que no existen confiables testigos, lo que pasa es que se ha iniciado desde hace dos años un trafico de testimonios, que es alimentado por políticos que le prometen todo tipo de prebendas, hasta dinero, a los detenidos por paramilitarismo, para que enreden a ciudadanos cordobeses. Se sabe de personajes que se consiguen expedientes y se los pasan a sus detenidos para que se aprendan las circunstancias de modo, lugar y tiempo, para que el testigo 'paraco' "monte su creíble versión".
Creer que Rodrigo García Caicedo es un criminal, sólo cabe en una aberrada cabeza. Este aguerrido cordobés por adopción se 'compró' una guerra que no era de él. Se convirtió, a cambio de nada, en el defensor de oficio de la dignidad de los cordobeses. Y siempre lo hizo de frente y exigiéndole al Estado respeto por los de acá. Ese cuento de que fue ideólogo de los 'paras' es pura falsedad, simplemente que su discurso era la verdad que todos sabían, pero que nadie se atrevía a pronunciar en público y los Castaño se apropiaron de ese discurso. Una cosa es su valentía, que fue reconocida por el Congreso Nacional de Ganaderos y por la Gobernación de Córdoba, pero otra es quererlo mostrar como ordenador de crímenes. Y lo que es peor, hoy en día tiene 83 años, está casi ciego, y la Fiscalía lo considera "un sujeto peligroso" para la sociedad, por lo cual está celosamente vigilado en una clínica de la ciudad. El único pecado de Rodrigo García fue no haber sido indiferente.
El Estado, la oligarquía, los medios de comunicación del interior y la izquierda nos aplican la moral del jefe indio. Resulta que una vez un indio se acercó a donde su cacique y le preguntó: Jefe, ¿qué es bueno y qué es malo? El jefe indio le respondió: Bueno es que yo vea pasar a tu hermosa mujer y la enamore. Malo, que tú enamores a la mía.
Y cuando uno aplica este tipo de moral ayuda a construir una sociedad sin conciencia, cuya principal característica es que erradica de su corazón y razón el bien común. Este tipo de sociedades justifican todo, hasta la infamia más aberrante.
A toda esta desgracia hay que sumarle la politización de la justicia. Y cuando esto sucede la verdad desaparece, entramos al mundo de las percepciones, en donde es mejor parecer que ser. Decía Álvaro Gómez que una comunidad es capaz de salir a la calle a protestar cuando no le prestan adecuadamente el servicio del agua, de energía, del gas… pero jamás sale a protestar cuando el Estado no los provee de justicia.
La justicia es tan vital para los humanos como el agua. Si a una persona no le dan agua se la consigue como sea. Así es con la justicia, si el Estado no la ofrece, los ciudadanos se la toman por su mano.
Y para terminar, hay que decir que las clases medias y productivas de la provincia colombiana, como la cordobesa, siempre han sido el blanco preferido de las guerrillas. Y saben ¿por qué? Porque a la oligarquía y medios de comunicación capitalinos no les interesa lo que les pasa a estas regiones, ya que necesitan tener comunidades, como la nuestra, para responsabilizarla de todos los males. Además que el porcentaje del Producto Interno Bruto, PIB, que aporta Córdoba a la economía colombiana es nada, para que un pueblo como éste les importe.
Para que conste. Jorge Pretelt Chaljub está aspirando a ser incluido en la terna para magistrado de la Corte Constitucional. Está solo en la lucha, mientras que los otros aspirantes como el vallenato Campo Soto tiene como padrino a su sobrino, quien es el director del Inco, la chequera más poderosa del Estado. Señores congresistas cordobeses, dejen su egoísmo y apoyen a este paisano, para que un cordobés llegue por primera vez a esta Alta Corte y sea la oportunidad para otras generaciones.